UTILIZANDO EL PODER DE LA MENTE
Copia literal del boletín “EL ATHANOR DE ARBATEL”, del volumen 2,
número 3, de Diciembre de 2010.
Hablar de la Mente
va a ser casi una constante en nuestro Boletín ya que es el elemento principal
con que el ser humano cuenta para llevar a realización la misión para la que ha
venido a este plano. Por supuesto que para cumplir esa misión es condición indispensable el esta sano de
cuerpo, dado que éste es el vehículo con que el hombre cuenta en el plano
físico para que su Alma-Personalidad aprenda las lecciones que ella en el
espiritual se ha programado para esta encarnación.[1]
Sigamos con la
Mente: Observará que la señalamos con mayúscula, es porque a la que nos
referimos es a la Divina expresándose a través del hombre y siendo éste un
receptor/ transmisor, o repetidos, para utilizar un término electrónico, que
distribuye las energías Divinas captadas del
Cósmico, las que hará trabajar una vez sean transmutadas dentro de su Ser dual, o sea,
tanto en su cuerpo físico como espiritual para beneficio de su propia evolución
cósmica y de todo el Orbe.
Aquellos que nos han
enseñado, o lo han intentado, hicieron mucho hincapié en que la teoría sin
práctica, sin experimentación, no sirve más que para lucir como intelectual en
el tema de que se trate, pero no para saber aplicar o enseñar con conocimiento
de causa ninguna ley divina y como tal, natural.
Nuestros Maestros,
para darles un nombre comprensible para todos, nos han hecho ser una
interrogación viviente; la pregunta de todo estudiante iniciado en las Escuelas
de Misterios es, ¿por qué? Una vez se sabe el por qué de una Ley y ha sido experimentada
por el estudiante, éste no tiene duda alguna y sabe fehacientemente que esa Ley
funciona, aunque ¡ojo!, no funcionará nunca
para hacer alarde de maestría o poder sobre los demás, tampoco para cobrar por
su aplicación en otros. Toda Ley Divina debe ser dada como un servicio
desinteresado, pero ¡atención!, ese servicio siempre redundará de una u otra
forma en beneficio de aquél que lo presta o da en nombre de Dios, la Mente
Divina o el Todo.
Todos tenemos los
mismos poderes o facultades si preferís, aun cuando bien es verdad que los
desarrollaremos o no y más o menos según nuestra alma-personalidad haya
programado su paso por esta escuela de aprendizaje que es el planeta Tierra.
Tendremos ocasión de referirnos a esa programación cuando toquemos el tema de
la Reencarnación en artículos venideros.
Juan Sánchez Gallego (ARBATEL)
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