ALEGATO
CONTRA LA MANIPULACIÓN Y LA MENTIRA EN TORNO A LOS MAYAS Y SU PROFECÍA SOBRE EL
2012.
Autor: José
Antonio Iniesta.
Cualquier difusión es necesaria en
relación a este fin de ciclo, por el honor que se merece el pueblo maya y por
aclarar las cosas con sensatez en estos tiempos en los que tanto se manipula la
información y se crean campañas sensacionalistas del miedo y el oportunismo. Se
opina mucho, desde todos los ámbitos, unos para relacionar con los mayas una
incomprensible profecía del fin del mundo y otros, hablan y hablan en su faceta
de comentaristas de turno sin conocer ni por asomo cuál es la esencia verdadera
del pueblo maya y qué piensan realmente los actuales guardianes de ese
conocimiento ancestral.
Hay
que sudar con ellos en la selva, recorriendo sus enclaves sagrados, vivir las
grandiosas experiencias de su conocimiento ancestral cuando te abren las
puertas de su legado secreto, y pasar horas, cientos y cientos de horas,
conviviendo con ellos, comunicándose sin cesar con los abuelos y abuelas, los
sacerdotes de toda clase de grupos étnicos y linajes, con los aj menes, para comprender
su espiritualidad, hasta el último significado de sus crípticos mensajes en
ocasiones. Para eso se necesitan años y años de experiencia con ellos. Y afirmo
con rotundidad que ajeno a su entorno, prácticamente nadie conoce lo que es la
sabiduría maya, su conexión con la naturaleza, sus verdaderos sentimientos y
vivencias del don profético que todavía hoy mantienen.
Acudí
a ellos no sólo como investigador, sino como buscador de la espiritualidad sin
fronteras, y como no temo a nada, y menos todavía a lo que me aporte luz y
sabiduría, salté de cabeza a ese mundo que ellos guardan con tanto celo, en
silencio, de lo inaprensible, el mundo que no se puede traducir del todo con
palabras, el mundo que cualquier investigador soñaría conocer, pero que no
conocen por lo general, porque sencillamente no tienen por costumbre saltar al
vacío. Es más cómodo el calor del fuego de la mesa camilla, por decirlo
metafóricamente hablando. Nuestro mundo está lleno de metafóricas mesas
camillas.
En
mi búsqueda salté al vacío, y puedo asegurar que está lleno de luz y
conocimiento. Di el salto, como lo hizo Carlos Castaneda o como lo han hecho
tantos otros a lo largo de la historia que se han atrevido a beber de las
fuentes originales, no de las que una y otra vez nos sirven contaminadas. A mí
me interesa especialmente lo que compruebo por mí mismo, lo que empíricamente
confirmo una y otra vez, y puedo aplicar en mi vida para ayudar a los demás, no
para aprovecharme de los demás, como suelo ver que se hace por todas partes en
estos tiempos.
Todo
lo que veo es prácticamente una caricatura de este pueblo. Y siento vergüenza
ajena por el comportamiento que están teniendo tantas personas al difamar,
consciente o inconscientemente, la herencia de una de las grandes
civilizaciones de este planeta, o por la estela de sombra creada por una
película de cine de cuyo nombre no quiero acordarme.
Fui
iniciado en sus prácticas milenarias y he visto con mis propios ojos cosas
increíbles, que no tienen nada que ver con lo que consideramos humano, o lo que
podríamos decir que es racional. Los mayas guardan mucho silencio, mucho, y
algún día verá la luz el relato de las increíbles experiencias que viví con
ellos hace diez años en México y las que tuve antes y después de este viaje, en
España y en otros países, como Perú, Bolivia y Brasil, en distintos viajes
iniciáticos que he compartido con ellos.
Sé,
lo compruebo, porque en gran medida los medios de comunicación están enfocando
su atención hacia el morbo, el sensacionalismo, y sálvese el que pueda, que no
se indaga en la reflexión sobre el cambio de conciencia del que ellos hablan.
No, eso no interesa, interesa hablar una y otra vez del fin del mundo, de tanta
lacra histórica que llevan a sus espaldas. Lo compruebo una y otra vez en toda
clase de medios de prensa, radio y televisión.
Incluso
están los “entendidos” que se atreven a hablar de ello y no han conocido jamás
a un guardián de la tradición maya ni en pintura. Y así nos va todo. Y por si
no teníamos bastante, viene una panda de desequilibrados mentales cebándose en
el miedo al fin del mundo, en un apocalipsis que no tiene ninguna base
histórica ni arqueológica entre el pueblo maya, y a esta paranoia le dan
cobertura los grandes medios de comunicación, incluso en los telediarios, en
infinidad de periódicos, hasta los de México, cuando es absolutamente fácil
comprobar la falsedad de tal argumento. Pero gusta, gusta mucho, entregarse a
las viejas energías que han dominado este planeta durante mucho tiempo, hacerle
el juego a los que oscuramente gobiernan este planeta desde que el mundo es
mundo. Todo a mayor honra, como siervos y secuaces, de quienes crean a diestro
y a siniestro cortinas de humo para que nadie se entere realmente de lo que
está sucediendo.
El
libro que he escrito, “Más allá de 2012. Profecías de los ancestros mayas”, es
el resultado de un pacto sagrado con ellos, un pacto de hermandad, de
honestidad, y por ello se han decidido a romper su silencio. Y no sólo ellos,
sino los guardianes de la tradición olmeca y tolteca, y de otros pueblos del
antiguo Anáhuac. Es grandioso su mensaje, y sin duda está calando entre la
gente que ha buscado realmente el conocimiento ancestral, no el
sensacionalismo, lo que compruebo por incontables correos que recibo de toda
España, donde se ha editado.
Pero
no tengo mucha esperanza en la difusión del conjunto de los medios de
comunicación, más entregados al morbo de lo que alguien inventó sin venir a
cuento, aunque es mi obligación moral, como estoy haciendo, conceder
entrevistas a quien las solicita.
La
sabiduría ancestral siempre ha pasado desapercibida por lo general,
intencionadamente ocultada. Interesa más manipular la conciencia de toda una
sociedad, para que sea dócil y controlable. Siempre ha sido así y hay muchos
que pretenden que siga siendo así por los siglos de los siglos.
Voy
por la calle y escucho, perplejo, a una tendera afirmar que los mayas han dicho
que se acaba el mundo, cuando me consta que esa mujer jamás ha sabido nada de
los mayas, ni siquiera había oído hablar antes de ellos. Me encuentro tantos
casos así, de gente normal y corriente, que compruebo que el nivel de
propagación de la mentira es inmenso, y afirmo que es absolutamente planificado
en su origen. Igualmente observo con preocupación el grado de permeabilidad de
la mentira, la ingenuidad generalizada de todo tipo de personas, que se hacen
eco como loros de algo que ni conocen ni entienden. La telaraña de los medios
que manipulan la información cubre todo el planeta, y todo ello para que
realmente la población en su conjunto no escuche el verdadero mensaje de los
mayas, lo que a ellos les gustaría compartir con el mundo entero.
No
he visto jamás una campaña mediática más extensa que esta dichosa historia del
fin del mundo, cuando lo único que promueve son las fuerzas irracionales del
miedo, bloquea la conciencia de los seres humanos y les impide discernir entre
la verdad y la mentira. El miedo siempre ha sido la herramienta más efectiva
que se ha utilizado en la historia de la Humanidad para impedir que ésta
evolucione. Cuando se observa que la Tierra está a punto de dar un salto
cuántico se crea algo terrible para conmocionar a la población con la campaña
sistemática del terror, ya sea una guerra, un virus o una absurda profecía sin
fundamento. Es una vieja historia, que ya cansa hasta lo indecible.
En
el fondo, salvo contados casos, no interesa conocer el auténtico legado maya,
no interesa divulgarlo. Es una cuestión de hábito. Lo que más vende en la
sociedad degradada en la que vivimos es remover los más bajos instintos, aunque
sea de la forma más sutil que podamos imaginar. Los embaucadores son
maestrillos con su librillo a la hora de darle vuelta a la tortilla, y muy
hábiles en mezclar la verdad con la mentira para que el mensaje final sea
falso. Son contados los medios que hacen tratamientos equilibrados, honestos,
en este sentido.
Los
mayas fueron conquistados, sus tierras arrasadas, su arquitectura considerada
obra del demonio, pues no se les otorgaba la condición de seres humanos. Se
quemaron sus códices, el gobierno mexicano, y alguno que otro más, los
considera ciudadanos de segunda y tercera clase. Se les impide celebrar sus
ceremonias justo en las pirámides y templos de sus antepasados, se les ponen
muchas limitaciones, mientras que se utilizan para grandes eventos en los que
he comprobado personalmente que se proclama lo más tenebroso a gran escala, y
ahora se están enriqueciendo a costa de un novedoso “turismo del fin del
mundo”. En Guatemala hubo un genocidio de 200.000 seres humanos. Y por si no
tenían bastante, además de haber sido considerados hasta no hace mucho indios
sumidos en la barbarie, en la Edad de Piedra, ahora se les atribuye un fin del
mundo del que jamás han hablado. La perfidia es doble, porque se les asocia con
algo muy tenebroso, como es el apocalipsis, y cuando esto no se cumpla, pues no
se cumplirá, entonces se dirá que los mayas no tienen ninguna credibilidad a la
hora de hablar de profecías, porque se han equivocado. El juego es macabro,
maquiavélico, de lo más útil, a la hora de cubrir con una espesa nube oscura su
grandeza como pueblo, al que honro y honraré hasta que me quede el último
aliento de vida.
Jamás
he encontrado una sola prueba de esta profecía del fin del mundo entre ellos, y
en eso, a un investigador de lo heterodoxo como yo, curiosamente le apoya
cualquier arqueólogo e historiador, cualquier científico. Nunca han profetizado
el fin del mundo, y encima se oculta lo que realmente han profetizado, que
aparece bien claro en una estela a la que cualquier persona tiene acceso.
Terrible,
tenebroso, indignante. Siento vergüenza ajena de buena parte de este planeta
que conspira con esta maquinación contra el pueblo maya. Y lo digo con
rotundidad, para este tiempo y para todos los tiempos que han de venir…
Escribo
con el corazón, escribo con razonamiento, escribo con pruebas. Pero escribo
desde la indignación y la defensa legítima de lo que considero que es justo
defender, y por aquellos que menos se defienden a sí mismos, por su naturaleza
humana de bondad y de no agresión a los demás.
Ya
quisiera yo como modelo de vida la coherencia de un sacerdote maya en la
actualidad, y no la barbarie manifiesta de nuestra sociedad europea, en muchos
aspectos. Reniego de los conquistadores españoles, por desgracia nuestros
antepasados, y reniego ahora de aquellos que falsean el legado maya. No lo
acepto y no lo aceptaré jamás. Estoy en mi absoluto derecho de elevar mi voz
crítica contra tantos secuaces del engaño descarado que quieren sumir en el
terror a la población de nuestro planeta, donde hay incontables seres de una
gran valía que sin embargo no tienen la oportunidad de dar a conocer su mensaje
como les gustaría.
A
mí, como a los mayas, sólo nos queda hacer la tarea que estamos haciendo, la de
aportar a este mundo sensatez y coherencia, con un mensaje de apertura hacia la
sabiduría ancestral, las grandes fuentes de conocimiento. Cada uno es libre de
recibirla o rechazarla, pero sin entregarse a la mentira y a la difamación.
No
tengo ni la más mínima confianza en los medios de comunicación de nuestro país,
y del resto del mundo, en que sepan o quieran acercarse a estas fuentes de
información. Siempre hay excepciones, indudablemente, pero por lo general, todo
está más que corrompido, moralmente, desde el punto de vista de lo que se
transmite o cómo se interpreta la información.
Los
mayas han guardado silencio, y tantos otros guardianes de la tradición, porque
no viven con estos códigos de conducta tan poco éticos. Lo suyo es otra
historia, otra frecuencia, es la condición de los seres honorables.
No
tengo el más mínimo interés económico, ni de fama, ni siquiera de ser conocido
a estas alturas del camino, a diferencia de la práctica totalidad de la gente
que rebusca en el hervidero de noticias para hacer su agosto, aunque existe
todavía gente noble y rigurosa que yo conozca, pero son pocos, y cada vez
menos. Y vuelvo a decir: y sálvese el que pueda.
Lo
hermoso que he vivido no me lo arrebatará nadie, porque ellos, cualquiera de
los guardianes de la tradición, saben muy bien a quién abrirle las puertas.
Por
lo general, los investigadores no se preocupan ni de llamar a la puerta. Es más
cómodo rebuscar en internet, copiar y pegar, adornar las historias para que
sean más seductoras, y si tienen más sangre y son más dantescas mejor para
ellos, para conseguir grandes ventas.
Soy
un absoluto escéptico en relación a buena parte de los tratamientos que se dan
a infinidad de temas, y creo que el periodismo va a menos, en todos los
sentidos, al compás de una sociedad caduca, cada vez con menos valores humanos.
Si
la gente supiera realmente lo que los mayas conocen, lo que ven, por dónde
viajan, se estremecería. Pero por desgracia, ya casi no se buscan misterios, se
inventan misterios, se recrean misterios, por eso cada vez los temas son más
repetidos y trillados, y cada vez hay más escépticos entre los propios
investigadores. Después de toda una vida, como muchos me confiesan, no han
encontrado pruebas de nada. Esa es la diferencia entre buscar y encontrar.
Con
plena convicción afirmo que no tengo ningún deseo personal de aportar en
relación a este tema tan candente ni mi palabra, ni mi presencia, ni mi nombre,
salvo a la hora de defender la memoria ancestral de los justos, de los
oprimidos, y porque realmente asumo y sostengo lo que escribo, que es mi vida y
un código de dignidad que es intocable. Quien quiera conocer lo que es el
pueblo maya lo único que tiene que hacer es leer el libro. Es su voz, su
propósito, su legado. Ellos son los seres que importan, ellos son los
humillados y eternos olvidados, ellos son los que siempre tienen que sufrir la
ignorancia de los que se consideran que están en el nivel más elevado de la
sociedad humana, cuando no son más que gente con vendas en los ojos, con vanos
prejuicios, con una falta absoluta de conocimiento, por más que tengan la
cabeza llena de datos y más datos.
Cada
vez amo más al pueblo maya, y como siempre voy al revés del mundo, defiendo con
la cara levantada a una gran civilización, con sus luces y sus sombras como
cualquier otra, pero que en la actualidad está representada por grandes seres,
de inmensa sabiduría, precisamente en unas fechas en las que por todo el mundo
se les denigra atribuyéndoles una falsedad tan grande, una enésima injusticia
contra un pueblo que ha heredado una de las pocas conexiones puras que quedan
en nuestro planeta con la Tierra y el Cielo.
Hay
que sentir mucho amor por un pueblo en estos tiempos, cuando digo de ellos todo
lo contrario de lo que los demás suelen decir, pero el Tiempo, que es la medida
de todas las cosas, me dará la razón con creces. Esta infundio del fin del
mundo atribuido a los mayas algún día será conocido como una de las más grandes
mentiras de la historia de la Humanidad, y una terrible injusticia con un
pueblo que no se merece tanta locura colectiva proyectándose sobre su legítima
herencia.
Allá
cada uno, pues hay más tiempo que vida, y todo el plan de semejante engaño será
desvelado con el paso de los años. Espero que algún día este planeta recobre el
juicio y ponga su mirada en los auténticos guardianes de una tradición
ancestral que puede aportar una vía de iluminación en la descarriada senda de
los seres humanos.
Mañana,
con el final de la cuenta larga de los mayas, con el nacimiento de un nuevo
sol, en todos los sentidos, será también un día muy especial, para vivir ese
comienzo de la nueva era maya, una época prometedora en la que los sellos de
las arcas de la sabiduría guardada en el silencio serán rotos, por el bien de
toda la Humanidad. Ellos saben del cambio de conciencia que está en marcha,
desde hace mucho tiempo, no sólo a partir de mañana, y conocen la medida del
tiempo como la matriz de un flujo en el que los seres humanos estamos
conectados con las estrellas. Siguiendo su curso continuaremos descifrando las
señales para viajar eternamente en la memoria colectiva, en la de nuestra
sangre, en la que ahora despierta más que nunca para recordarnos cuál es el
futuro que nos espera…
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