La imagén y el texto que siguen son de Juan Sánchez Gallego, autor de distintos libros, artículos y guiones de programas de radio, entre ellos LA GUÍA ESOTÉRICA DE LA CATEDRAL DE SEVILLA, de la que aparecerá una nueva edición corregida y aumentada el próximo otoño.
Ese libro será editado por ITUCI SIGLO XXI
PINTURA DE SAN CRISTÓBAL EN LA CATEDRAL DE EL BURGO DE
OSMA
A principio de los años noventa
del pasado siglo nos desplazamos a El Burgo de Osma para, entre otras cosas,
visitar su Catedral. Nos atendió un amable sacerdote que nos fue enseñando y
explicando todas las dependencias del templo. Al pasar por un pequeño y corto
pasillo, en un hueco de éste, vimos una pintura de San Cristóbal y, aunque nos habían indicado la prohibición de hacer fotos, con el permiso del guía
hicimos algunas. ...
Se trataba de una pintura cubriendo una puerta cerrada. La
anécdota es que dieciséis años después, en otra de nuestras visitas, ahora con
un guía seglar, un hombre ya mayor, buscamos el pasillo, el hueco/puerta y la pintura, pero no encontramos nad, sólo una pared
limpia de todo símbolo.
Creo interesante para nuestros
lectores, querido Maestro, el hacer una
descripción de “éste” San Cristóbal, ya que una vez reveladas las fotos vimos
que no seguía la tradición a la que estamos acostumbrados. Hemos visto y analizdo bastntes más.
Empecemos por ver que toda la
pintura está cubierta por una especie de tul o velo, lo que personalmente
interpreto que nos indica que viene de otra dimensión. El santo es un hombre fornido,
que se ayuda fuertemente con un tronco desbastado a modo de estabilizador y, al parecer, como remo
en el agua por la que camina. Sobre ese tronco y en el trozo de cielo que se ve,
se vislumbran unas formas que van en la
misma dirección que ellos, Niño-Dios y Santo, ¿una nave, un cometa?
Los brazos
y piernas de San Cristóbal nos indican el peso que lleva sobre sus hombros, así
como su ropa nos muestra que van contra el viento, contra la marea física y material. El Niño-Dios y
el santo se miran y dialogan, o mejor, el portador atiende a lo que le dice el
Niño. Este no es el clásico Niño-Dios que hemos visto en tantas de estas
representaciones: Veamos su dorso, clavícula y brazo derecho, fijémonos también
en el ojo que tiene a la vista; grande y perfilado el rabillo, y por algunos
detalles más, que el Niño-Dios no va sobre ninguno de los hombros, ni en el derecho ni en el izquierdo,
va a horcajadas sobre el cuello de su portador y también recibe el mismo viento
que éste, como nos indica su capa.
Al fondo, sobre el hombro
derecho de San Cristóbal, vemos un pueblo, casas y torre, entre la luz y la
oscuridad y en ese mismo lado, bajo una escarpada montaña una casa o ermita con
espadaña y campana, protegida por una valla baja y ante ésta una escalera de
cinco escalones terminada en un descansillo. Todo parece estar protegido del
agua como en una isla.
Según la
perspectiva, retirado de lo descrito, la figura que vemos no es el
clásico Arcano VIIII de El Tarot, “El Ermitaño”. Este personaje no lleva ni
linterna, ni báculo, ni mira hacia abajo, hacia aquellos a los que ayudar; es un Mago
que está sobre un círculo de protección, el que a su vez sale del agua
físicamente sujeto por una plataforma de la que una de sus patas, la que se ve,
termina en una “flor” con cinco elementos, el número del hombre.
El Mago está descalzo, viste
hábito gris y se toca con un largo capirote, su mano derecha cae un poco flácida
y con la izquierda señala o indica, puede que a los que van contracorriente,
que ¡adelante!
Juan Sánchez Gallego (Arbatel)
No hay comentarios:
Publicar un comentario