LA AMENAZA (5)
Tras una pausa de varios meses he retomado la
traducción de The Threat, obra del Dr. David Jacobs
que aborda la problemática de las abducciones alienígenas. Confío que su lectura
arroje luz sobre un tema –el de los alienígenas y su naturaleza- que cada día es
más popular en las corrientes espirituales.
Sirva este trabajo, como el ya expuesto
anteriormente, La Onda, de Laura Kinght (http://alturl.com/f7ba6) y Síntesis del
Plan Maestro Alienígena, de Tom Montalk (http://alturl.com/haox3) para que el lector
se forme una opinión lo más objetiva posible al respecto. ...
La Amenaza,
1-4:
A los lectores de La Amenaza:
Más sobre el Dr. David Jacobs:
Continuamos donde lo habíamos dejado, en el
capítulo 3:
LA
AMENAZA
The Threat – Revealing the Secret Alien
Agenda
Por
Dr. David Jacobs
Contaminación mediática
La serie televisiva ‘Star Trek’, en esencia, ha
venido a ser parte de la conciencia estadounidense. Millones de personas han
visto esos relatos de ficción sobre humanos y alienígenas, tanto como la gente
que ha visto noticias sobre abducciones en televisión o ha leído algún libro al
respecto. La sociedad ha sido tan intensamente saturada con historias sobre
abducciones alienígenas que es muy difícil, para la mayoría, escapar de ellas.
Un relato (sobre abducción) no intoxicado por esa mediatización es cada vez más
difícil de obtener.
Durante mucho tiempo, el problema de la
influencia de los medios en la información de ovnis y abducciones alienígenas ha
desbordado a los investigadores. Con los años, los investigadores han aprendido
a analizar cada avistamiento ovni según sus particulares circunstancias, y han
desarrollado una metodología para ‘separar la señal del ruido’. La credibilidad
del testigo, la calidad de la información, y los relatos confirmatorios de otros
testigos, se han convertido en los criterios válidos para evaluar un informe.
Este es el proceso que los investigadores aplican.
¿Representa la contaminación mediática un
problema significante para la investigación de las abducciones? No. Aunque pueda
ser un problema de tiempo en tiempo, en realidad, la mayoría de los abducidos
son extremadamente sensibles ante los ‘peligros’ de las influencias culturales.
Cuando examinan sus recuerdos junto a mí, ellos son plenamente conscientes de
que existe la posibilidad de que hayan incorporado a sus recuerdos un hecho
irreal. En las primeras sesiones de hipnosis regresiva, la autocensura que
desarrolla el abducido es tan grande que se convierte en un problema, pues las
personas no quieren afirmar cosas que les hagan parecer locas, ni quieren
repetir como loros al investigador algo que hayan podido tomar de fuera, de la
sociedad. Los abducidos me dirán durante la hipnosis cuándo ellos creen que
podrían haber mezclado su experiencia con algún residuo cultural externo. Están
muy preocupados acerca de esta contaminación, tanto que habitualmente debo
decirles que se dejen llevar y no se autocensuren.
Cuando los abducidos me dicen lo que recuerdan,
sus memorias suelen contener una riqueza de detalles que no pueden considerarse
tomados de la contaminación mediática. Los medios de comunicación masivos
diseminan información muy poco sólida sobre abducciones. Que los abducidos
recuerden y describan aspectos concretos de los procedimientos que se llevan a
cabo con ellos (detalles que montones de abducidos han descrito pero que no han
sido publicados) es extraordinario, e incide fuertemente contra las influencias
culturales.
Un buen ejemplo de ausencia de contaminación
mediática es el enormemente controvertido libro ‘Communion’ (1987), de Whitley
Strieber. Estuvo en la lista de los más vendidos del ‘New York Times’ durante
treinta y dos semanas, y en el puesto número uno por casi cinco meses. Strieber
relata detalles de sus experiencias que no coinciden con lo que la mayoría de
los abducidos cuenta. Él dice haber sido transportado a una sucia antesala,
donde se sentó en un banco en medio del desorden. Este intensamente evocador
pasaje de su libro fue, a la vez, dramático y aterrador.
Si la contaminación mediática fuese un
problema, yo esperaría que algunos de los abducidos con los cuales he trabajado,
que han leído ‘Communion’, me describiesen una situación similar. Pero eso no ha
ocurrido. Ni uno sólo de ellos me ha mencionado alguna vez que hubiese estado
sentado en un banco de una sala sucia o llena de ropas. Igualmente, en la
versión cinematográfica (también llamada Communion) de la obra de Strieber,
vista por millones de personas, hay una escena donde se observa un baile por
parte de gordos y azules entes alienígenas. Ni yo ni ninguno de mis colegas
investigadores ha oído alguna vez una información similar. No obstante, a pesar
de la aparente ausencia de evidencia alguna de contaminación mediática, todos
los investigadores debemos, no obstante, permanecer vigilantes. Pues puede que
no reconozcamos contaminación mediática si la persona la incorpora sutilmente y
acaba siendo parte de sus ‘recuerdos’.
Sucesos recordados
conscientemente
Si los relatos de abducción no son parte de un
síndrome global de sutil e insidiosas influencias en el cerebro de la personas,
los críticos del fenómeno dicen que los abducidos deberían ser capaces de
recordar conscientemente sus experiencias, y proveer a los investigadores de
información precisa de cuanto les ha ocurrido. De hecho, los abducidos
conscientemente recuerdan las abducciones; algunas veces se trata de fragmentos,
otras de largas secuencias, y en otras ocasiones incluso los sucesos al
completo. Habitualmente, esos relatos son concretos y detallados y se igualan
cercanamente a aquellos otros relatos obtenidos mediante hipnosis.
Sin embargo, habitualmente los recuerdos
conscientes de sucesos son extremadamente inexactos, con destalles
distorsionados de hechos actuales y recuerdos ‘concretos’ de eventos que nunca
sucedieron.
Un excelente ejemplo es el caso de Marian
Maguire, una mujer sexagenaria con dos hijas, quien despertó una mañana de 1992
y conscientemente recordó un caso en el cual ella estaba con una de sus hijas,
años atrás, en medio de una abducción. Marian recordaba cómo tomaba a su hija de
las manos y, junto a otras personas, eran ‘conectadas’ a un aparato especial que
había en un muro. Esto es cuanto ella recordaba, y estaba segura que este suceso
había tenido lugar exactamente como ella lo había recordado.
Yo no había oído hablar sobre abducidos que
fuesen conectados a una máquina en un muro. Unas semanas más tarde, Marian y yo
exploramos su episodio mediante hipnosis, sesión durante la cual ella tuvo
dificultad en recordar cómo subía al muro, era conectada a él y luego
desconectada. Cuanto más lo analicé, menos segura se mostraba Marian acerca de
lo que realmente había sucedido. Se dio cuenta de que el muro tenía pequeños
cuadrados negros, a los cuales miraba mientras yo le preguntaba qué veía debajo
de ellos. Creí que me diría que lo que veía era el muro o el suelo, pero, en
cambio, me dijo que veía unas manos extrañas. Las manos estaban unidas a unas
muñecas, y éstas a brazos. Fue entonces cuando Marian se dio cuenta de que
estaba mirando dentro de unos negros ojos de un alienígena. Ella no estaba, en
realidad, conectada al muro, sino que permanecía de pie en una habitación, junto
a sus hijas, mientras una entidad se le acercaba y miraba fijamente a los ojos.
Conforme el tiempo pasaba, los ojos negros (alienígenas) que ella observaba en
su mente se transformaban en una especie de cajones dispuestos en el muro, y su
incapacidad para evitar esos ojos se transformó en verse pegada a ellos (los
cajones del muro). Durante la hipnosis, los cajones se transformaron en los
cuadrados negros. Aunque había una base real para la memoria de Marian, los
detalles que ella recordaba no habían sucedido.
Otro ejemplo es el de Janet Morgan, una madre
soltera con dos hijos, quien conscientemente recordaba una rarísima experiencia
de abducción. Mientras permanecía tendida sobre una mesa, vio cómo unos pequeños
seres se afanaban en llevar a la habitación un caimán vivo. Los entes colocaron
el animal en el suelo, cerca de la mesa, pusieron de espaldas al reptil y con un
cuchillo lo abrieron en canal. El pobre caimán gruñía y miraba a Janet, que
estaba en estado de shock. Estos traumáticos recuerdos sumieron a Janet en una
profunda y larga depresión. En principio, ella no quería recordar el suceso
mediante hipnosis, porque temía que nuevos detalles de lo sucedido le agudizaran
la depresión. Nos obstante, tras estar continuamente afectada por el incidente
durante casi un año, Janet se armó de valor y decidió enfrentar el recuerdo y
lograr así el control emocional sobre él.
En hipnosis, el recuerdo de Janet se reveló
como parte de un complejo suceso de abducción en el cual los alienígenas
llevaron a cabo diversos procedimientos sobre ella. La examinaron, le extrajeron
un óvulo, la forzaron a sumergirse en un recipiente lleno de líquido y la
sometieron a un escáner mental que le produjo un profundo miedo. Después, Janet
se encontró sola en la habitación, tendida sobre la mesa, llena de miedo e
inquietud. Los alienígenas entraron por una puerta a la izquierda de Janet,
empujando al caimán con ellos, al cual colocaron en el suelo, cerca de la mesa.
Mirándolo fijamente, ella comenzó a darse cuenta de que el animal realmente no
parecía ser un caimán, pues no observó ni cabeza o patas de caimán. En realidad
se trataba de un hombre dentro de un saco de dormir de color verde. Cuando el
hombre fue sacado por los aliens del saco de dormir, éste miro a Janet y comenzó
a gemir. No había habido ningún caimán al que los alienígenas hubieran abierto
en canal.
Algunos de los recuerdos conscientes más
comunes se corresponden con los primeros o últimos instantes de una abducción,
cuando el individuo está todavía en su ambiente habitual. Los abducidos
habitualmente recuerdan que se han despertado y observado figuras erguidas junto
a sus camas. Pero, en vez de recordar a los alienígenas, recuerdan a familiares
fallecidos, amigos o figuras religiosas.
Por ejemplo, Lily Martinson, un agente
inmobiliario, recordó el siguiente incidente cuando ella estaba de vacaciones
con su madre en las Islas Vírgenes, año 1987. Dormida en la habitación del
hotel, despertó y vio a su hermano fallecido, de pie junto a la cama. Lily
recordó con claridad su apariencia, encontrando que esta experiencia era
reconfortante y tranquilizadora. Cuando examinamos estos recuerdos bajo
hipnosis, sin embargo, la descripción que Lily hizo de su hermano era la de una
persona pequeña, sin ropas, delgada, sin cabello y con grandes ojos. No era su
hermano. Aunque Lily se sintió decepcionada por no haber visto a su hermano,
también estaba satisfecha por haber conocido la verdad de lo ocurrido.
Efectivamente, los alienígenas han creado,
quizás sin quererlo, un único obstáculo para aprender la verdad sobre las
abducciones. Se trata del problema de ‘recuerdos incrustados’, imágenes que los
alienígenas han ‘colocado’ intencionadamente en la mente de los abducidos.
Durante procedimientos de visualización, los aliens pueden mostrar a un abducido
multitud de imágenes: explosiones atómicas, meteoritos impactando contra la
Tierra, el planeta partiéndose en dos, degradación medioambiental, desastres
ecológicos, muertos bañados en sangre que están esparcidos por la tierra, y
supervivientes rogando al abducido por ayuda. También pueden mostrar imágenes de
Jesús, María, y otras figuras religiosas. Dichas imágenes son tan vívidas en su
efecto sobre los abducidos que éstos piensan que esos sucesos realmente
ocurrieron o que realmente vieron a esas figuras religiosas. Esto puede ser un
problema, especialmente cuando el investigador no está familiarizado con estos
procedimientos de visualización y no se logran identificar estos ‘recuerdos
incrustados’.
De este modo, Betty Andreasson relata, en el
vanguardista libro de Ray Fowler ‘The Andreasson Affair’, una situación en la
cual ella vio un ave similar a un Fénix emergiendo de las cenizas. Fue real para
ella, y así lo hizo saber. Yo he tenido personas que recuerdan figuras que se
parecían a Abraham Lincoln, con su sombrero de copa, ángeles, demonios,
etc.
Recuerdos que surgen durante la
hipnosis
La fiabilidad de traer a la memoria recuerdos
durante hipnosis no depende del sujeto, sino del hipnotizador. Usada de manera
inapropiada, la hipnosis puede conducir a confusión, canalización, y falsos
recuerdos. Desafortunadamente, hay consenso a la hora de afirmar que se hace un
uso inapropiado de la hipnosis en la investigación de las abducciones. Y cuando
los sucesos de abducción son traídos al consciente por un investigador que tiene
poca experiencia o está instruyéndose en técnicas de hipnosis, en ambos casos,
el paciente y el terapeuta pueden caer en el error de dar por buenos los falsos
recuerdos que nunca acontecieron.
Influyendo al testigo
Los escépticos del fenómeno de las abducciones
a menudo acusan a los investigadores que hacen uso de la hipnosis de influir a
la persona en la creencia de que, en efecto, ha sido abducida. Los críticos
dicen que los factores culturales o psicológicos empujan a la persona a buscar a
un hipnotizador que tenga un interés -emocional o intelectual- en considerar al
paciente como un abducido. El sujeto acude al terapeuta y se establece una
fuerza o presión que conduce a hablar sobre abducciones. Y a través de sutiles
indicaciones y preguntas directas, el hipnotizador presiona al paciente a
‘recordar’ todo un inventado relato de abducción.
Esa influencia es un serio problema en la
investigación del fenómeno, aunque no en la forma en que los críticos la
consideran. Cuando un hipnotizador, inexperto o ingenuo, escucha la historia de
un abducido, a menudo no reconoce fantasías y falsos recuerdos, ni recuerdos
inculcados por los alienígenas. El resultado es que el paciente conduce al
terapeuta a creer en algo que no ha ocurrido.
Un ejemplo: Supongamos que un abducido viene a
mí para hablar sobre sus supuestas experiencias de abducción, y que bajo
hipnosis me cuenta que estando a bordo de un ovni se sentó en el suelo y
participó con los alienígenas en un juego de mesa bastante parecido al
Monopoly, pero con nombres de calles realmente extraños. Si yo le
preguntase por el nombre de tales calles correría el riesgo de llevar a cabo una
inadecuada influencia sobre el paciente. En mis más de once años de
investigación en el terreno de las abducciones jamás he escuchado a nadie
(abducido) que hubiese estado jugando a juegos de mesa, y debo estar seguro de
que el hecho ha sucedido tal como ha sido descrito, antes de ahondar en
él.
Dado que sé que la persona creará experiencias
imaginarias, especialmente en las primeras sesiones hipnóticas, sospecharía
inmediatamente, en este caso, que se estaba fabulando, si bien siempre debo
tener presente que es posible que los alienígenas hayan estado jugando al
Monopoly con el abducido... Yo probaría a explorar para así determinar
lo que quiera que ese suceso fue realmente. Observaría las contradicciones o
inconsistencias yendo sobre el incidente desde diferentes perspectivas de
tiempo, realizando preguntas que conduzcan al abducido hacia delante y hacia
atrás en el tiempo. Le pediría que describa la secuencia de sucesos –segundo a
segundo- buscando leves incoherencias en su versión de los hechos. Le
preguntaría si los alienígenas estaban de pie o sentados, hacia dónde estaban
mirando y exactamente el qué miraban. En otras palabras, buscaría los
procedimientos de visualización del alien, que pudieron haber infundido esta
imagen en la mente del abducido, haciéndole creer que realmente jugó a este
juego (el Monopoly, como mero ejemplo práctico y poco probable) cuando,
en realidad, no lo jugó. Si el abducido fuera inconsistente en sus respuestas,
yo consideraría su suceso de abducción con escepticismo. Si el abducido sostiene
su historia, como mínimo, pondría el relato ‘en cuarentena’, a la espera de que
otro abducido confirme –de forma independiente- una experiencia similar.
En contraste a la metodología que acabo de
describir, el ingenuo hipnotizador, inconsciente de que está siendo engañado,
escucha la historia sobre el Monopoly y pregunta: ‘¿cuáles eran los
nombres de las calles (del juego de mesa)?’. Esta pregunta, sutilmente aceptada
por el terapeuta de la hipnosis, sirve para reforzar el convencimiento del
paciente, de que su (fantasiosa) experiencia ha sido real. De ese modo, al
abducido se le fomenta a fantasear. Una inconsciente y sutil forma de
disociación toma forma, y el abducido comienza a ‘recordar’ más sucesos de los
que ha imaginado. (Este estado mental es semejante al de las ‘canalizaciones’, a
través del cual una persona, en un estado alterado de conciencia, cree que está
recibiendo comunicación por parte de un espíritu invisible, o una entidad que
responde a preguntas o imparte enseñanzas.) El abducido –inconscientemente- ha
inducido al terapeuta a cometer un error, y éste (el terapeuta) actúa,
inconscientemente, del mismo modo, llevando a error al paciente. Ambos están
manufacturando un relato que podría tener una porción de verdad, pero que es
fantasía en su mayor parte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario