martes, 3 de julio de 2012

Tavo Jiménez de Armas ... LA AMENAZA (4)

LA AMENAZA (4)

Seguimos en el capítulo 3, ahora en un apartado en el que el Dr. Jacobs nos mostrará algunos clarificadores puntos de diferencia entre el síndrome del falsos recuerdos y las experiencias sufridas por los abducidos.
El lector debe saber que también yo voy descubriendo esta obra a medida que la voy traduciendo.  ... Aunque el tema no me es nuevo, no deja de impactarme cada episodio en el que se nos narra cómo un individuo se ve sometido a una sistemática intromisión por parte de entidades de las que, para mayor dramatismo, casi nadie habla. Se trata de miles, posiblemente, cientos de miles de personas normales, secuestradas durante el curso de sus vidas, algo que, hasta el día de hoy (y así me temo que seguirá) sólo logra captar el interés de unos pocos científicos comprometidos.
A lo largo de la traducción he creído interesante colocar alguna información adicional (señalada por notas a pie de página), ajena a la obra, que -de seguro- será útil para una mayor comprensión del fenómeno.

LA AMENAZAThe Threat – Revealing the Secret Alien AgendaPor
Dr. David Jacobs

Síndrome del recuerdo falso
Los críticos del fenómeno de las abducciones postulan que los abducidos, a menudo animados por los investigadores, inconscientemente se inventan fantasías sobre sucesos de abducción. Que las personas pueden tener falsos recuerdos es indudable; dándose ciertas circunstancias puede, por ejemplo, inventar complejas informaciones sobre abusos físicos y sexuales. La Fundación del Síndrome de Falso Recuerdo (FMSF)(1), en Filadelfia, está compuesta por miembros que injustamente han sido acusados de abuso sexual.
Los falsos recuerdos acerca de abusos se producen cuando la persona recuerda algún suceso, generalmente de cuando se era niño, que nunca ocurrió. No obstante, los detalles que relatan las víctimas pueden ser extraordinarios. Estos reviven sus experiencias con el mismo impacto emocional de los sucesos que son reales. Algunos recuerdan cultos satánicos que los aterrorizaron, en los que incluso aparecen bebés asesinados en sacrificios rituales. Cuando las ‘víctimas’ se ven confrontadas con los hechos reales (los investigadores no han hallado bebés muertos; no hay denuncia alguna sobre bebés que hayan desaparecido cuando los supuestos rituales tuvieron lugar), éstas, las víctimas, dan –furiosamente- explicaciones, tales como que las madres de los bebés sacrificados eran satanistas que entregaron a sus criaturas a dichos rituales, razón por la que no reportaron su desaparición.
Las personas pueden expresar recuerdos falsos con tanta convicción y sinceridad que llegan a engañar a muchos investigadores. Sacar a la luz falsos recuerdos de abuso sexual puede también a conducir a mayores traumas en sus vidas; las familias se rompen, los hermanos se separan, aparecen las demandas judiciales, y personas inocentes son injustamente acusadas e, incluso, encarceladas.
Sacar a la luz recuerdos falsos es algo que, usualmente es facilitado por un terapeuta que está convencido de que su cliente ha padecido abuso sexual (o la clase de abuso que el falso recuerdo muestre), incluso aunque su paciente no tenga memoria de ello. A través de una insistente persuasión, el terapeuta le inculca a su cliente que todos sus problemas emocionales proceden de la represión de un recuerdo de algún trauma anterior. El terapeuta podría decirle al paciente que si piensa intensamente podrá recordar el suceso traumático. A juicio del terapeuta, la sanación sólo tendrá lugar cuando los recuerdos comiencen a aflorar, considerando que no recordar el trauma es síntoma de que la víctima está en un estado de negación, la cual es –a juicio del terapeuta- una ‘prueba’ del abuso. Atrapado en este bucle, la víctima de un terapeuta serio pero equivocado lo tiene difícil para salir de él. Finalmente, como ocurrió en el conocido caso de Paul Ingram y su hija, el sujeto acaba ‘recordando’ el abuso(2).
Hay expertos investigadores del síndrome de Falso Recuerdo, quienes han tenido una extensa experiencia en lo que se refiere a alegaciones de abusos sexuales, y son capaces de detectarlo. En cualquier caso, estos investigadores han comenzado a extender sus habilidades hacia áreas que, desafortunadamente, no son su especialidad. Y el fenómeno de las abducciones se ha convertido en un irresistible objetivo.
Por ejemplo, el psicólogo y especialista en hipnosis Michael Yapko escribe en su trabajo ‘Indicios de Abusos’ (Suggestions of Abuse), que el fenómeno de las abducciones es un simple problema de ‘sugestión humana’, que a Yapko causa ‘irritación e incredulidad’. La psicóloga y experta en la memoria Elizabeth Loftus, en su obra ‘El Mito de la Memoria Reprimida’ (The Mith of the Repressed Memory), clasifica a las abducciones como una forma de irracionalidad asociada a personas que, por otro lado, son ‘sensatas e inteligentes’. Loftus cita al psicólogo Michael Nash, quien afirmó que “había tratado con éxito” a un hombre que decía tener una muestra de esperma que le extrajeron durante una abducción. Nash le tranquilizó y lo ayudó a volver a su rutina normal usando hipnosis y otras técnicas terapéuticas, pero –se lamenta Nash- “salió de mi oficina tan completamente convencido de que había sido abducido como cuando había entrado”. Loftus coincide con Nash en que el poder de los falsos recuerdos de este hombre lo incapacitaba (a Nash) para continuar creyendo su ridícula historia.
Loftus y Nash, como otros críticos, están en lo incorrecto. Ninguno de ellos, ni de los otros críticos, ha presentado alguna vez evidencia de que los reportes sobre abducción sean productos del síndrome de falsos recuerdos (o de otra causa). La razón por la que ellos no han presentado evidencia alguna está causada por su incomprensión del fenómeno de las abducciones. Si lo comprendieran, se darían cuenta que los informes de abducciones difieren del síndrome de falsos recuerdos en cinco significativas áreas:

*1-En contraste con las víctimas del síndrome de falsos recuerdos, los abducidos no sólo cuentan experiencias de la infancia. Por supuesto que sí, cuentan sucesos de abducción que acontecieron durante la infancia, porque el fenómeno llegó a sus vidas en esa época, pero también narran sucesos de la misma naturaleza que se produjeron ya en la vida adulta.
De hecho, muchos de los relatos de abducciones, a diferencia de los de falsos recuerdos, proceden de sucesos muy recientes. En las últimas 450 abducciones que he investigado, cerca del 30 % de las mismas ocurrieron durante el mes previo a la sesión, mientras que más del 50 % tuvieron lugar durante el año anterior a la sesión. También he investigado eventos de abducción que se me contaron tan solo unas horas antes, e incluso minutos antes de que se hubiesen producido.
Por ejemplo, en 1991, Jason Howard, profesor de escuela, se disponía a ponerse en camino hacia mi casa, donde se realizaría un encuentro de apoyo para las víctimas del fenómeno. Se calzó los zapatos, que estaban frente a la puerta de entrada, siendo ésta la última cosa que solía hacer antes de abandonar su hogar. De repente, habían transcurrido cuatro horas y Jason estaba tumbado en la cama de su dormitorio, en el piso de arriba. Me llamó de inmediato, explicándome lo que vagamente recordaba que había sucedido: se había puesto los zapatos y se había tendido en el sofá. Cuando le realicé una sesión hipnótica al respecto de este evento, Jason logró recordar que se había calzado un zapato, tras lo cual cayó en una irreprimible necesidad de tenderse en el sofá(3). También recordó que varias entidades de pequeña estatura hicieron aparición en el salón y lo condujeron –flotando y atravesando el techo- hasta el interior de un ovni. A partir de entonces le practicaron una serie de pruebas, incluyendo la toma de una muestra de esperma, y la proyección de imágenes mentales. Finalmente, los alienígenas devolvieron a Jason a su hogar; ahora bien, en lugar de devolverlo al sofá donde había dado comienzo la abducción, lo colocaron sobre la cama del dormitorio, en el piso de arriba. Entonces, cuando recobró la consciencia, de percató de que algo había sucedido y me llamó por teléfono, informándome de lo ocurrido (missing time’, tiempo perdido: 4 horas), que no se ajusta a la descripción del síndrome de falsos recuerdos.

*2-En contraste con las víctimas del síndrome de falsos recuerdos, los abducidos tienen indirecta confirmación del suceso vivido. Por ejemplo: yo me encontraba al teléfono con Kay Summers, cuya abducción comenzó a producirse mientras estábamos hablando. Kay describía un crepitante ruido algunas veces asociado con el principio de un suceso de abducción, y yo pude escuchar ese sonido a través del teléfono. La hipnosis a la que la sometí posteriormente reveló que inmediatamente después de que ella colgara el teléfono, fue abducida. Falsos recuerdos no toman forma simultáneamente a un suceso actual en el cual el investigador ejerce como confirmador del mismo.

*3-En contraste con las víctimas del síndrome de falsos recuerdos, los abducidos habitualmente recuerdan sucesos sin la ayuda de un terapeuta. Pueden recordar sucesos que les han ocurrido en momentos concretos de sus vidas. Siempre han sabido que ese hecho les pasó, por lo que no precisan de un terapeuta que reafirme sus recuerdos.

*4-En contraste con las víctimas del síndrome de falsos recuerdos, los abducidos están físicamente desaparecidos durante el suceso. El abducido no se encuentra donde se supone que está; quienes los han buscado no los han encontrado. Por lo general, el abducido es consciente de que hay una laguna de dos o tres horas que ni él ni nadie puede justificar. Semejante prueba física no existe en el síndrome de falsos recuerdos.

*5-En contraste con las víctimas del síndrome de falsos recuerdos, los abducidos pueden aportar una confirmación independiente de la abducción. Aproximadamente, el 20 % de las abducciones incluye dos o más personas que se están observando mutuamente durante el suceso de abducción; algunas veces reportan de forma independiente esto al investigador.

Adicionalmente, es importante remarcar que, a diferencia de las víctimas del síndrome de falsos recuerdos, los abducidos habitualmente no experimentan la desintegración de sus vidas personales después de haber tomado conciencia de su particular situación. De hecho, de muchas formas, lo que sucede es precisamente lo contrario; cuando los abducidos se ponen en manos de terapeutas competentes y entienden la naturaleza de sus recuerdos, a menudo comienzan a tomar control intelectual y emocional de dichos recuerdos. Sienten una mayor autoconfianza, en tanto que se dan cuenta de que sus, hasta entonces, supuestamente inapropiados temores y pensamientos de tantos años (por ejemplo; miedo a entrar al dormitorio por la noche, pensamientos sobre estar sobre una mesa rodeada de extrañas criaturas, sentir excesivo temor a los médicos) eran la reacción lógica y adecuada a una fuerza poderosa y desconocida. Mediante el recordatorio de los sucesos, los abducidos se hacen con el control de los miedos que les han acosado durante años, y devuelven el equilibrio a sus vidas, incluso siendo conscientes de que el fenómeno de las abducciones no se ha interrumpido en ellos. El conocimiento del fenómeno les ayuda a llevar una vida más estable e integrada, en vez de sufrir los poderosos efectos desintegradores que son tan comunes en las víctimas que padecen síndrome de falsos recuerdos.

Recuerdos encubridores(4) de abuso sexual
Antes de que el síndrome de falsos recuerdos cobrase importancia, los terapeutas habían asumido que los relatos sobre abducciones eran debidos a recuerdos reprimidos de abusos sexuales padecidos en la infancia. Los terapeutas presuponían que, dado que el abuso sexual había sido tan traumático, la víctima –inconscientemente- ‘transformaba’ esos recuerdos en un relato de abducción; a fin de sobrellevar el terror, la persona asumía un trauma mucho más aceptable que el causado por los abusos: ser secuestrada por alienígenas.
No obstante, no hay pruebas para esta explicación. No hay ejemplos en los registros de un relato de abducción que sea un ‘recuerdo encubridor’ de abuso sexual. De hecho, lo contrario sí ocurre: hay grandes pruebas de personas que ‘recuerdan’ ser abusadas sexualmente cuando, en realidad, lo que les ocurrió es que fueron víctimas de una abducción.
Jack Thernstrom recuerda cuando, con doce años, caminaba junto a su hermana por un área arbolada detrás de su hogar. Durante el paseo, Jack se encontró con un hombre que llevaba puestas unas gafas oscuras y que abusó sexualmente de él. Jack no tenía claros los detalles del suceso, pero sí que recuerda haberse quitado la ropa y quedarse completamente desnudo. Tampoco tenía claridad respecto a qué le ocurrió a su hermana, pero él pensó que, tal vez, había huido corriendo. Él nunca contó a nadie lo sucedido, viviendo los siguientes dieciocho años con los traumáticos recuerdos de haber sido objeto de abusos sexuales por parte de un extraño.
Cuando Jack, en una sesión de hipnosis regresiva, contó este episodio, el hombre que llevaba gafas negras se desveló como un alienígena, y el suceso se mostró como un rutinario evento de abducción en el cual Jack había sido sometido a un examen médico. Ni siquiera había sido sexualmente abusado. Jack había creado un recuerdo a base de piezas de un suceso, tan horrible que pudo haber sido, que tomó sentido para él en un relato de abuso sexual.
En otro caso, Julie ‘recordó’ un suceso que tuvo lugar cuando tenía diez años. Ella estaba en su hogar, concretamente en el sótano (donde había un bar), con su padre y tres vecinos. Julie recordó cómo su padre le sujetaba las manos sobre la cabeza (de ella) mientras los vecinos la asaltaban sexualmente. Mediante hipnosis regresiva la mujer desveló que todo había sido un suceso de abducción, el cual comenzó mientras estaba en el bar del sótano, en compañía de su padre y los amigos de éste. El padre y dos de los vecinos habían sido llevados a un estado de inmovilidad y semi-consciencia (como si los hubiesen ‘apagado’), durante todo el suceso. Los alienígenas se llevaron tanto a Julie como al tercer vecino, el Sr. Sylvester, fuera del sótano, introduciéndolos en un ovni. Durante el episodio de abducción, a ella se la condujo a observar escenas de contacto sexual entre un hombre y una mujer (ella pensó que, quizá, el hombre era el Sr. Sylvester). Cuando esto acabó, tanto ella como su vecino fueron devueltos al bar. En esa ocasión, Julie no había sido sexualmente violada. El Sr. Sylvester, a quien –hasta entonces, durante años- ella había despreciado, había sido tan víctima como la propia Julie.
Obviamente, no todos los casos de abusos sexuales son, en realidad, sucesos de abducción. Una abducida recordaba que había sido sexualmente asaltada cuando tenía trece años. No recordaba cómo había llegado, escaleras abajo –al sótano-, hasta el dormitorio del chico que la asaltó, y estaba confusa acerca de otros detalles. Sospechando que esto podría ser un ‘recuerdo encubridor’ que ocultaba un suceso de abducción, lo revisamos bajo hipnosis regresiva. Entonces, ella recordó al muchacho, cómo bajó las escaleras, lo que aconteció en el sótano y lo que sucedió después. La paciente no tenía recuerdos en los que viese alienígenas, siendo transportada fuera de su hogar hasta ovni alguno. Realmente, ella había sido sexualmente asaltada, pero no había sido abducida.

Próximamente: ‘Contaminación mediática’.

(1)Fundación del Síndrome de Falso Recuerdo (FMSF):
http://en.wikipedia.org/wiki/False_Memory_Syndrome_Foundation
http://www.fmsfonline.org/
(2)Información sobre este caso lo encontramos en el siguiente artículo: ‘Polémica mundial sobre las terapias regresivas’, http://alturl.com/b4ndg
(3)El Profesor Corrado Malanga da una explicación al súbito sueño padecido por los abducidos. Fue respondiendo a una consulta (Conferencia ‘Un portal entre pasado, presente y futuro’) sobre estelas químicas (chemtrails). Aunque los chemtrails no son su campo de trabajo, allí mencionó un análisis químico de muestras recogidas en terreno, tras una fumigación, que revelaba una composición de bario, aluminio y cristales de cuarzo. Y añadió que algunos de esos componentes producen, mediante pulsaciones del campo magnético, una alteración (de naturaleza piezoeléctrica) sobre algunos de los cristales existentes en la glándula pineal. Sugirió, entonces, que esa alteración podría ser el objetivo de las fumigaciones.
Después de todo, la pineal es considerada vital, no sólo a niveles del sistema endocrino y sus funciones, sino, en última instancia, por su relación con los procesos de conciencia, siendo esta minúscula glándula una suerte de enlace con el cosmos espiritual (nuestra conciencia, a la que en mis trabajos he denominado, simbólicamente, nuestro ‘80 %’).
Dentro de este marco, Malanga formula las siguientes preguntas: ¿No será que los elementos que son introducidos en el ambiente son componentes que distraen la glándula pineal cuando realiza cierto tipo de función? ¿Esparcir esas sustancias (micro-cristales que interactúan piezoeléctricamente con los mismos tipos de cristales existentes dentro de la glándula pineal), es un obstáculo creado para dificultar la toma de conciencia (80 %)?
De hecho, afirma, los implantes alienígenas que se colocan cerca de la glándula pineal, introduciéndolos por las fosas nasales (generalmente, la derecha) y rompiendo el hueso esfenoides, tendrían como propósito intervenir magnéticamente sobre la glándula pineal y, consecuentemente, alterar la secreción de melatonina, pues esta hormona induce al sueño. Sueño que reduce las defensas conscientes en nuestra mente, y que facilita la intervención del alienígena sobre la parte anímica, la codiciada alma del abducido…
(4)‘Recuerdos encubridores’, en inglés ‘screen memories’, es una expresión propia de psicología, y hace referencia a un falso recuerdo que, inconscientemente, construye una víctima para evitar reconocer el verdadero recuerdo que causó un trauma.

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