jueves, 5 de julio de 2012

Tavo Jiménez de Armas ... LA AMENAZA 5

LA AMENAZA (5)

Tras una pausa de varios meses he retomado la traducción de The Threat, obra del Dr. David Jacobs que aborda la problemática de las abducciones alienígenas. Confío que su lectura arroje luz sobre un tema –el de los alienígenas y su naturaleza- que cada día es más popular en las corrientes espirituales.
Sirva este trabajo, como el ya expuesto anteriormente, La Onda, de Laura Kinght (http://alturl.com/f7ba6) y Síntesis del Plan Maestro Alienígena, de Tom Montalk (http://alturl.com/haox3) para que el lector se forme una opinión lo más objetiva posible al respecto. ...

La Amenaza, 1-4:
A los lectores de La Amenaza:
Más sobre el Dr. David Jacobs:
Continuamos donde lo habíamos dejado, en el capítulo 3:

LA AMENAZA
The Threat – Revealing the Secret Alien Agenda
Por
Dr. David Jacobs

Contaminación mediática

La serie televisiva ‘Star Trek’, en esencia, ha venido a ser parte de la conciencia estadounidense. Millones de personas han visto esos relatos de ficción sobre humanos y alienígenas, tanto como la gente que ha visto noticias sobre abducciones en televisión o ha leído algún libro al respecto. La sociedad ha sido tan intensamente saturada con historias sobre abducciones alienígenas que es muy difícil, para la mayoría, escapar de ellas. Un relato (sobre abducción) no intoxicado por esa mediatización es cada vez más difícil de obtener.
Durante mucho tiempo, el problema de la influencia de los medios en la información de ovnis y abducciones alienígenas ha desbordado a los investigadores. Con los años, los investigadores han aprendido a analizar cada avistamiento ovni según sus particulares circunstancias, y han desarrollado una metodología para ‘separar la señal del ruido’. La credibilidad del testigo, la calidad de la información, y los relatos confirmatorios de otros testigos, se han convertido en los criterios válidos para evaluar un informe. Este es el proceso que los investigadores aplican.
¿Representa la contaminación mediática un problema significante para la investigación de las abducciones? No. Aunque pueda ser un problema de tiempo en tiempo, en realidad, la mayoría de los abducidos son extremadamente sensibles ante los ‘peligros’ de las influencias culturales. Cuando examinan sus recuerdos junto a mí, ellos son plenamente conscientes de que existe la posibilidad de que hayan incorporado a sus recuerdos un hecho irreal. En las primeras sesiones de hipnosis regresiva, la autocensura que desarrolla el abducido es tan grande que se convierte en un problema, pues las personas no quieren afirmar cosas que les hagan parecer locas, ni quieren repetir como loros al investigador algo que hayan podido tomar de fuera, de la sociedad. Los abducidos me dirán durante la hipnosis cuándo ellos creen que podrían haber mezclado su experiencia con algún residuo cultural externo. Están muy preocupados acerca de esta contaminación, tanto que habitualmente debo decirles que se dejen llevar y no se autocensuren.
Cuando los abducidos me dicen lo que recuerdan, sus memorias suelen contener una riqueza de detalles que no pueden considerarse tomados de la contaminación mediática. Los medios de comunicación masivos diseminan información muy poco sólida sobre abducciones. Que los abducidos recuerden y describan aspectos concretos de los procedimientos que se llevan a cabo con ellos (detalles que montones de abducidos han descrito pero que no han sido publicados) es extraordinario, e incide fuertemente contra las influencias culturales.
Un buen ejemplo de ausencia de contaminación mediática es el enormemente controvertido libro ‘Communion’ (1987), de Whitley Strieber. Estuvo en la lista de los más vendidos del ‘New York Times’ durante treinta y dos semanas, y en el puesto número uno por casi cinco meses. Strieber relata detalles de sus experiencias que no coinciden con lo que la mayoría de los abducidos cuenta. Él dice haber sido transportado a una sucia antesala, donde se sentó en un banco en medio del desorden. Este intensamente evocador pasaje de su libro fue, a la vez, dramático y aterrador.
Si la contaminación mediática fuese un problema, yo esperaría que algunos de los abducidos con los cuales he trabajado, que han leído ‘Communion’, me describiesen una situación similar. Pero eso no ha ocurrido. Ni uno sólo de ellos me ha mencionado alguna vez que hubiese estado sentado en un banco de una sala sucia o llena de ropas. Igualmente, en la versión cinematográfica (también llamada Communion) de la obra de Strieber, vista por millones de personas, hay una escena donde se observa un baile por parte de gordos y azules entes alienígenas. Ni yo ni ninguno de mis colegas investigadores ha oído alguna vez una información similar. No obstante, a pesar de la aparente ausencia de evidencia alguna de contaminación mediática, todos los investigadores debemos, no obstante, permanecer vigilantes. Pues puede que no reconozcamos contaminación mediática si la persona la incorpora sutilmente y acaba siendo parte de sus ‘recuerdos’.

Sucesos recordados conscientemente

Si los relatos de abducción no son parte de un síndrome global de sutil e insidiosas influencias en el cerebro de la personas, los críticos del fenómeno dicen que los abducidos deberían ser capaces de recordar conscientemente sus experiencias, y proveer a los investigadores de información precisa de cuanto les ha ocurrido. De hecho, los abducidos conscientemente recuerdan las abducciones; algunas veces se trata de fragmentos, otras de largas secuencias, y en otras ocasiones incluso los sucesos al completo. Habitualmente, esos relatos son concretos y detallados y se igualan cercanamente a aquellos otros relatos obtenidos mediante hipnosis.
Sin embargo, habitualmente los recuerdos conscientes de sucesos son extremadamente inexactos, con destalles distorsionados de hechos actuales y recuerdos ‘concretos’ de eventos que nunca sucedieron.
Un excelente ejemplo es el caso de Marian Maguire, una mujer sexagenaria con dos hijas, quien despertó una mañana de 1992 y conscientemente recordó un caso en el cual ella estaba con una de sus hijas, años atrás, en medio de una abducción. Marian recordaba cómo tomaba a su hija de las manos y, junto a otras personas, eran ‘conectadas’ a un aparato especial que había en un muro. Esto es cuanto ella recordaba, y estaba segura que este suceso había tenido lugar exactamente como ella lo había recordado.
Yo no había oído hablar sobre abducidos que fuesen conectados a una máquina en un muro. Unas semanas más tarde, Marian y yo exploramos su episodio mediante hipnosis, sesión durante la cual ella tuvo dificultad en recordar cómo subía al muro, era conectada a él y luego desconectada. Cuanto más lo analicé, menos segura se mostraba Marian acerca de lo que realmente había sucedido. Se dio cuenta de que el muro tenía pequeños cuadrados negros, a los cuales miraba mientras yo le preguntaba qué veía debajo de ellos. Creí que me diría que lo que veía era el muro o el suelo, pero, en cambio, me dijo que veía unas manos extrañas. Las manos estaban unidas a unas muñecas, y éstas a brazos. Fue entonces cuando Marian se dio cuenta de que estaba mirando dentro de unos negros ojos de un alienígena. Ella no estaba, en realidad, conectada al muro, sino que permanecía de pie en una habitación, junto a sus hijas, mientras una entidad se le acercaba y miraba fijamente a los ojos. Conforme el tiempo pasaba, los ojos negros (alienígenas) que ella observaba en su mente se transformaban en una especie de cajones dispuestos en el muro, y su incapacidad para evitar esos ojos se transformó en verse pegada a ellos (los cajones del muro). Durante la hipnosis, los cajones se transformaron en los cuadrados negros. Aunque había una base real para la memoria de Marian, los detalles que ella recordaba no habían sucedido.
Otro ejemplo es el de Janet Morgan, una madre soltera con dos hijos, quien conscientemente recordaba una rarísima experiencia de abducción. Mientras permanecía tendida sobre una mesa, vio cómo unos pequeños seres se afanaban en llevar a la habitación un caimán vivo. Los entes colocaron el animal en el suelo, cerca de la mesa, pusieron de espaldas al reptil y con un cuchillo lo abrieron en canal. El pobre caimán gruñía y miraba a Janet, que estaba en estado de shock. Estos traumáticos recuerdos sumieron a Janet en una profunda y larga depresión. En principio, ella no quería recordar el suceso mediante hipnosis, porque temía que nuevos detalles de lo sucedido le agudizaran la depresión. Nos obstante, tras estar continuamente afectada por el incidente durante casi un año, Janet se armó de valor y decidió enfrentar el recuerdo y lograr así el control emocional sobre él.
En hipnosis, el recuerdo de Janet se reveló como parte de un complejo suceso de abducción en el cual los alienígenas llevaron a cabo diversos procedimientos sobre ella. La examinaron, le extrajeron un óvulo, la forzaron a sumergirse en un recipiente lleno de líquido y la sometieron a un escáner mental que le produjo un profundo miedo. Después, Janet se encontró sola en la habitación, tendida sobre la mesa, llena de miedo e inquietud. Los alienígenas entraron por una puerta a la izquierda de Janet, empujando al caimán con ellos, al cual colocaron en el suelo, cerca de la mesa. Mirándolo fijamente, ella comenzó a darse cuenta de que el animal realmente no parecía ser un caimán, pues no observó ni cabeza o patas de caimán. En realidad se trataba de un hombre dentro de un saco de dormir de color verde. Cuando el hombre fue sacado por los aliens del saco de dormir, éste miro a Janet y comenzó a gemir. No había habido ningún caimán al que los alienígenas hubieran abierto en canal.
Algunos de los recuerdos conscientes más comunes se corresponden con los primeros o últimos instantes de una abducción, cuando el individuo está todavía en su ambiente habitual. Los abducidos habitualmente recuerdan que se han despertado y observado figuras erguidas junto a sus camas. Pero, en vez de recordar a los alienígenas, recuerdan a familiares fallecidos, amigos o figuras religiosas.
Por ejemplo, Lily Martinson, un agente inmobiliario, recordó el siguiente incidente cuando ella estaba de vacaciones con su madre en las Islas Vírgenes, año 1987. Dormida en la habitación del hotel, despertó y vio a su hermano fallecido, de pie junto a la cama. Lily recordó con claridad su apariencia, encontrando que esta experiencia era reconfortante y tranquilizadora. Cuando examinamos estos recuerdos bajo hipnosis, sin embargo, la descripción que Lily hizo de su hermano era la de una persona pequeña, sin ropas, delgada, sin cabello y con grandes ojos. No era su hermano. Aunque Lily se sintió decepcionada por no haber visto a su hermano, también estaba satisfecha por haber conocido la verdad de lo ocurrido.
Efectivamente, los alienígenas han creado, quizás sin quererlo, un único obstáculo para aprender la verdad sobre las abducciones. Se trata del problema de ‘recuerdos incrustados’, imágenes que los alienígenas han ‘colocado’ intencionadamente en la mente de los abducidos. Durante procedimientos de visualización, los aliens pueden mostrar a un abducido multitud de imágenes: explosiones atómicas, meteoritos impactando contra la Tierra, el planeta partiéndose en dos, degradación medioambiental, desastres ecológicos, muertos bañados en sangre que están esparcidos por la tierra, y supervivientes rogando al abducido por ayuda. También pueden mostrar imágenes de Jesús, María, y otras figuras religiosas. Dichas imágenes son tan vívidas en su efecto sobre los abducidos que éstos piensan que esos sucesos realmente ocurrieron o que realmente vieron a esas figuras religiosas. Esto puede ser un problema, especialmente cuando el investigador no está familiarizado con estos procedimientos de visualización y no se logran identificar estos ‘recuerdos incrustados’.
De este modo, Betty Andreasson relata, en el vanguardista libro de Ray Fowler ‘The Andreasson Affair’, una situación en la cual ella vio un ave similar a un Fénix emergiendo de las cenizas. Fue real para ella, y así lo hizo saber. Yo he tenido personas que recuerdan figuras que se parecían a Abraham Lincoln, con su sombrero de copa, ángeles, demonios, etc.

Recuerdos que surgen durante la hipnosis

La fiabilidad de traer a la memoria recuerdos durante hipnosis no depende del sujeto, sino del hipnotizador. Usada de manera inapropiada, la hipnosis puede conducir a confusión, canalización, y falsos recuerdos. Desafortunadamente, hay consenso a la hora de afirmar que se hace un uso inapropiado de la hipnosis en la investigación de las abducciones. Y cuando los sucesos de abducción son traídos al consciente por un investigador que tiene poca experiencia o está instruyéndose en técnicas de hipnosis, en ambos casos, el paciente y el terapeuta pueden caer en el error de dar por buenos los falsos recuerdos que nunca acontecieron.

Influyendo al testigo

Los escépticos del fenómeno de las abducciones a menudo acusan a los investigadores que hacen uso de la hipnosis de influir a la persona en la creencia de que, en efecto, ha sido abducida. Los críticos dicen que los factores culturales o psicológicos empujan a la persona a buscar a un hipnotizador que tenga un interés -emocional o intelectual- en considerar al paciente como un abducido. El sujeto acude al terapeuta y se establece una fuerza o presión que conduce a hablar sobre abducciones. Y a través de sutiles indicaciones y preguntas directas, el hipnotizador presiona al paciente a ‘recordar’ todo un inventado relato de abducción.
Esa influencia es un serio problema en la investigación del fenómeno, aunque no en la forma en que los críticos la consideran. Cuando un hipnotizador, inexperto o ingenuo, escucha la historia de un abducido, a menudo no reconoce fantasías y falsos recuerdos, ni recuerdos inculcados por los alienígenas. El resultado es que el paciente conduce al terapeuta a creer en algo que no ha ocurrido.
Un ejemplo: Supongamos que un abducido viene a mí para hablar sobre sus supuestas experiencias de abducción, y que bajo hipnosis me cuenta que estando a bordo de un ovni se sentó en el suelo y participó con los alienígenas en un juego de mesa bastante parecido al Monopoly, pero con nombres de calles realmente extraños. Si yo le preguntase por el nombre de tales calles correría el riesgo de llevar a cabo una inadecuada influencia sobre el paciente. En mis más de once años de investigación en el terreno de las abducciones jamás he escuchado a nadie (abducido) que hubiese estado jugando a juegos de mesa, y debo estar seguro de que el hecho ha sucedido tal como ha sido descrito, antes de ahondar en él.
Dado que sé que la persona creará experiencias imaginarias, especialmente en las primeras sesiones hipnóticas, sospecharía inmediatamente, en este caso, que se estaba fabulando, si bien siempre debo tener presente que es posible que los alienígenas hayan estado jugando al Monopoly con el abducido... Yo probaría a explorar para así determinar lo que quiera que ese suceso fue realmente. Observaría las contradicciones o inconsistencias yendo sobre el incidente desde diferentes perspectivas de tiempo, realizando preguntas que conduzcan al abducido hacia delante y hacia atrás en el tiempo. Le pediría que describa la secuencia de sucesos –segundo a segundo- buscando leves incoherencias en su versión de los hechos. Le preguntaría si los alienígenas estaban de pie o sentados, hacia dónde estaban mirando y exactamente el qué miraban. En otras palabras, buscaría los procedimientos de visualización del alien, que pudieron haber infundido esta imagen en la mente del abducido, haciéndole creer que realmente jugó a este juego (el Monopoly, como mero ejemplo práctico y poco probable) cuando, en realidad, no lo jugó. Si el abducido fuera inconsistente en sus respuestas, yo consideraría su suceso de abducción con escepticismo. Si el abducido sostiene su historia, como mínimo, pondría el relato ‘en cuarentena’, a la espera de que otro abducido confirme –de forma independiente- una experiencia similar.
En contraste a la metodología que acabo de describir, el ingenuo hipnotizador, inconsciente de que está siendo engañado, escucha la historia sobre el Monopoly y pregunta: ‘¿cuáles eran los nombres de las calles (del juego de mesa)?’. Esta pregunta, sutilmente aceptada por el terapeuta de la hipnosis, sirve para reforzar el convencimiento del paciente, de que su (fantasiosa) experiencia ha sido real. De ese modo, al abducido se le fomenta a fantasear. Una inconsciente y sutil forma de disociación toma forma, y el abducido comienza a ‘recordar’ más sucesos de los que ha imaginado. (Este estado mental es semejante al de las ‘canalizaciones’, a través del cual una persona, en un estado alterado de conciencia, cree que está recibiendo comunicación por parte de un espíritu invisible, o una entidad que responde a preguntas o imparte enseñanzas.) El abducido –inconscientemente- ha inducido al terapeuta a cometer un error, y éste (el terapeuta) actúa, inconscientemente, del mismo modo, llevando a error al paciente. Ambos están manufacturando un relato que podría tener una porción de verdad, pero que es fantasía en su mayor parte.

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