martes, 1 de mayo de 2012

De El Athanor de Arbatel. ¡SON FIABLES NUESTROS SENTIDOS FÍSICOS?


¿SON FIABLES NUESTROS SENTIDOS FÍSICOS?  De EL ATHANOR DE ARBATEL.
El Athanor de Arbatel vol.1 núm.1 Julio 1998
Sabemos por experiencias que no todo lo que vemos se conforma, o mejor diríamos, es compatible con lo que realmente existe en el mundo físico. Los sentidos físicos no son perfectos; le fueron dados al hombre para que los usara dentro de ese mundo, de lo contrario estaría perdido dentro de él. Sus sentidos son los canales por medio de los cuales se extiende fuera de sí mismo para ciertas experiencias y conocimientos, pero no son totalmente infalibles. Son instrumentos, y como todo instrumento tienen sus limitaciones.
La frase “ver es creer” se ha convertido en una premisa del materialismo moderno. El  hombre ha desarrollado el hábito o la tendencia de depender cada vez más de la evidencia de sus sentidos corporales y su interpretación del mundo en que vive, como una fuente de único conocimiento.
En esencia la frase “ver es creer” es una declaración al efecto de que si el hombre puede ver y la palabra ver aquí se aplica a la percepción con cualesquiera de los sentidos físicos– cualquier experiencia o fenómeno es fidedigno.
Si se me dice que cierto aparato existe y yo lo dudo, generalmente se cree que si se me muestra dicho aparato desaparecerá toda duda de mí consciencia. Por regla general esto es cierto, y es más cierto desde luego, en lo que se refiere al mundo físico que a cualquier otro campo de mí experiencia. Sin embargo la veracidad de esto se ha exagerado. Existe conocimiento que no puede ser confirmado por medio de los sentidos físicos. Ustedes no pueden experimentar la base de mis conocimientos, no pueden sentir mis experiencias y, por tanto, no pueden verla o percibirlas por medio de ninguna  otra facultad de los sentidos, y el que yo se las explique no garantiza que consideren que son verdaderas. Pueden pensar que lo que yo les digo sólo es producto de mí imaginación o algo peor, de mí fantasía, algo que he concebido a propósito con la intención de confundirlos o de crear un concepto falso. De ahí el primer párrafo de éste escrito. Las experiencias propias en todos los aspectos son las que deben prevalecer como verdaderas para llevar o no a nuestra vida cotidiana.
Por esta razón el hombre debe aprender que la fuente fundamental del conocimiento no se gana solamente a través de los canales físicos. Tiene que aprender por medio de su criterio, experiencias en su plano material con sus cinco sentidos corporales: vista, oído, olfato, gusto y tacto, en su más amplio entorno, estudiando todo ello no sólo en lo físico sino también con sus sentidos más sutiles como la intuición, las corazonadas según señalaban nuestros antecesores, el Maestro o Yo Interior que todos traemos a nuestras encarnaciones con una gran carga de conocimientos y experiencias pasadas, como “chispa divina” del Creador, de Dios si prefieren; conocimientos que según el interés puesto en captarlos y aplicarlos nos harán ascender o no en el plano evolutivo espiritual; en el Sendero de Retorno.
Nuestros sentidos físicos nos engañan, no obstante sernos imprescindibles en nuestro vivir cotidiano. Veamos: según el diccionario, una ilusión es un error de los sentidos o del entendimiento que nos hace tomar las apariencias por realidades, un solo ejemplo: las vías del ferrocarril que sabemos que para cumplir su propósito tienen que permanecer separadas. Pero cuando las miramos parecen ser dos líneas de acero acercándose una a la otra conforme se distancian de nosotros. Nuestros ojos físicos nos están engañando, pero nos damos cuenta que ello es sólo una mala interpretación de nuestra habilidad física de percibir a través de ellos. Resumiendo, una ilusión es una mala interpretación de los sentidos físicos de algo que realmente percibimos, ya sea que lo percibamos física, mental, espiritual o psíquicamente. La alucinación en cambio es la percepción de objetos que no tienen existencia real, o la experiencia de sensaciones que no tienen una causa verdadera, es decir, es una proyección de la imaginación o la fantasía.
Nuestros lectores se habrán percatado de que lo dicho en el párrafo anterior puede ser aplicado al mundillo en que nos movemos, ese que algunos llaman de la parapsicología. Gran parte de los fenómenos ovnis, los fantasmas, las apariciones  marianas, el hablar y recibir a los ya fallecidos y un muy largo etcétera puede ser explicado echando mano al razonamiento más o menos científico, del que no dudamos. Solamente lo hacemos de aquellos que, de un tiempo acá , han proliferado como profetas, maestros y gurús al socaire de la incultura esotérica de gran parte de la humanidad manejada por los poderes fácticos; afortunadamente eso va cambiando, aunque lentamente.     
ARBATEL (Juan Sánchez Gallego)

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