¿SON FIABLES NUESTROS SENTIDOS FÍSICOS? De EL ATHANOR DE ARBATEL.
El Athanor de Arbatel vol.1 núm.1 Julio 1998
Sabemos por experiencias que no todo lo que
vemos se conforma, o mejor diríamos, es compatible con lo que realmente existe
en el mundo físico. Los sentidos físicos no son perfectos; le fueron dados al
hombre para que los usara dentro de ese mundo, de lo contrario estaría perdido
dentro de él. Sus sentidos son los canales por medio de los cuales se extiende
fuera de sí mismo para ciertas experiencias y conocimientos, pero no son
totalmente infalibles. Son instrumentos, y como todo instrumento tienen sus
limitaciones.
La frase “ver es creer” se ha convertido en
una premisa del materialismo moderno. El
hombre ha desarrollado el hábito o la tendencia de depender cada vez más
de la evidencia de sus sentidos corporales y su interpretación del mundo en que
vive, como una fuente de único conocimiento.
En esencia la frase “ver es creer” es una
declaración al efecto de que si el hombre puede ver –y la palabra ver aquí se aplica a la
percepción con cualesquiera de los sentidos físicos– cualquier experiencia o
fenómeno es fidedigno.
Si se me dice que cierto aparato existe y yo
lo dudo, generalmente se cree que si se me muestra dicho aparato desaparecerá
toda duda de mí consciencia. Por regla general esto es cierto, y es más cierto
desde luego, en lo que se refiere al mundo físico que a cualquier otro campo de
mí experiencia. Sin embargo la veracidad de esto se ha exagerado. Existe
conocimiento que no puede ser confirmado por medio de los sentidos físicos.
Ustedes no pueden experimentar la base de mis conocimientos, no pueden sentir
mis experiencias y, por tanto, no pueden verla o percibirlas por medio de
ninguna otra facultad de los sentidos, y
el que yo se las explique no garantiza que consideren que son verdaderas.
Pueden pensar que lo que yo les digo sólo es producto de mí imaginación o algo
peor, de mí fantasía, algo que he concebido a propósito con la intención de
confundirlos o de crear un concepto falso. De ahí el primer párrafo de éste
escrito. Las experiencias propias en todos los aspectos son las que deben
prevalecer como verdaderas para llevar o no a nuestra vida cotidiana.
Por esta razón el hombre debe aprender que la
fuente fundamental del conocimiento no se gana solamente a través de los
canales físicos. Tiene que aprender por medio de su criterio, experiencias en
su plano material con sus cinco sentidos corporales: vista, oído, olfato, gusto
y tacto, en su más amplio entorno, estudiando todo ello no sólo en lo físico
sino también con sus sentidos más sutiles como la intuición, las corazonadas
según señalaban nuestros antecesores, el Maestro o Yo Interior que todos
traemos a nuestras encarnaciones con una gran carga de conocimientos y
experiencias pasadas, como “chispa divina” del Creador, de Dios si prefieren;
conocimientos que según el interés puesto en captarlos y aplicarlos nos harán
ascender o no en el plano evolutivo espiritual; en el Sendero de Retorno.
Nuestros sentidos físicos nos engañan, no obstante
sernos imprescindibles en nuestro vivir cotidiano. Veamos: según el
diccionario, una ilusión es un error de los sentidos o del entendimiento que
nos hace tomar las apariencias por realidades, un solo ejemplo: las vías del
ferrocarril que sabemos que para cumplir su propósito tienen que permanecer
separadas. Pero cuando las miramos parecen ser dos líneas de acero acercándose
una a la otra conforme se distancian de nosotros. Nuestros ojos físicos nos
están engañando, pero nos damos cuenta que ello es sólo una mala interpretación
de nuestra habilidad física de percibir a través de ellos. Resumiendo, una
ilusión es una mala interpretación de los sentidos físicos de algo que
realmente percibimos, ya sea que lo percibamos física, mental, espiritual o
psíquicamente. La alucinación en cambio es la percepción de objetos que no
tienen existencia real, o la experiencia de sensaciones que no tienen una causa
verdadera, es decir, es una proyección de la imaginación o la fantasía.
Nuestros lectores se habrán percatado de que
lo dicho en el párrafo anterior puede ser aplicado al mundillo en que nos
movemos, ese que algunos llaman de la parapsicología. Gran parte de los
fenómenos ovnis, los fantasmas, las apariciones
marianas, el hablar y recibir a los ya fallecidos y un muy largo
etcétera puede ser explicado echando mano al razonamiento más o menos
científico, del que no dudamos. Solamente lo hacemos de aquellos que, de un
tiempo acá , han proliferado como profetas, maestros y gurús al socaire de la
incultura esotérica de gran parte de la humanidad manejada por los poderes
fácticos; afortunadamente eso va cambiando, aunque lentamente.
ARBATEL (Juan
Sánchez Gallego)
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