La Psicología al servicio del Sistema de Control y recomendación
para liberarse.
El siguiente texto nos lo pasó un
compañero y viene firmado por Sofía Balmont. (Recibido de Francisco
Lorca)
Hasta ahora hemos visto lo que ocurre si
a un perro encerrado en una jaula lo premiamos cada vez que realiza un
comportamiento determinado, si lo premiamos solo a intervalos fijos o bien a
intervalos variables, si no lo premiamos nunca o si le retiramos un castigo
cuando hace lo que queremos que haga. En todos los casos el perro aprenderá que
su conducta tiene una consecuencia o incluso una falta de consecuencia que él
conseguirá predecir tras un breve período de aprendizaje. Y su salud mental y
emocional permanecerá dentro de los límites de lo saludable.
Pero, ¿qué ocurrirá si, haga lo que haga
el perro, siempre lo castigamos? Una jaula con una parrilla electrificada por
suelo. Un perro encerrado dentro. Una serie de descargas que se repiten a
intervalos variables, indefinidamente, sin que nada de lo que haga el animal
tenga como consecuencia el cese del martirio. Al principio el perro
desarrollará una actividad frenética, hará todo lo que un perro puede hacer
dentro de una jaula con la esperanza de que el azar y su empeño den con el
comportamiento que le libere del suplicio: levantar la pata izquierda
delantera, la derecha, aullar, saltar, mover el rabo... Lo que demonios sea que
se le haya antojado al experimentador-torturador para que acaben de una vez las
malditas descargas. Pero todo es inútil. Haga lo que haga las descargas
continúan, cadenciosamente, sin piedad, sin fin. El perro acaba por dejarse
caer en un rincón y no hacer nada. No come. No ladra. No se queja. No lucha.
Soporta descarga tras descarga sin inmutarse. Está enfermo. Sufre indefensión
aprendida.
Hace veinte años que escuché por primera
vez esta lección de psicología básica. Casi la había olvidado.
¿Es usted un buen ciudadano? ¿Un buen
trabajador? ¿Un buen padre? ¿Un buen vecino? ¿Respeta las normas? ¿Paga sus
impuestos? ¿Es honesto con los demás? ¿Y consigo mismo? ¿Actúa según le dicta
su conciencia? ¿Cree en el sistema? ¿O acaso no cree en él? ¿Ha hecho lo que le
decían desde pequeño que tenía que hacer para vivir tranquilo y honradamente?
¿Ha estudiado? ¿Se ha preparado unas oposiciones? ¿Ha hecho un master? ¿Sabe
idiomas? ¿Ha trabajado duramente desde muy joven? ¿Se levanta temprano todos
los días y dedica jornada tras jornada a aportar algo a la sociedad? ¿Paga sus
facturas si es que todavía puede pagarlas? ¿Ha votado a la derecha? ¿Ha votado
a la izquierda? ¿No vota?... Da igual. ¿No tiene usted la sensación de que, sea
cual sea su respuesta a esas preguntas, da igual? Que igualmente le bajarán el
salario una y otra vez, o lo despedirán, o se quedarán con su casa, o le
asfixiarán las deudas, o no verá futuro para sus hijos. Da igual que sea usted
funcionario, albañil, autónomo, inmigrante, de pueblo, de ciudad, viejo, joven,
hombre o mujer. Da igual que le ponga empeño a lo que hace, que crea en ello, que
espere una recompensa... No habrá recompensa. Mejor dicho: la recompensa no
vendrá del que le mantiene encerrado en una jaula con parrilla electrificada
por suelo. Él ha decidido que ahora toca la descarga indiscriminada y la
indefensión aprendida.
Pero le contaré un secreto. La jaula
tiene una puerta. Todas las jaulas tienen una. Dentro de la jaula no acabarán
las descargas pero fuera hay aire puro, tierra firme, alimento fresco y otros
perros maltratados con los que, tras maniatar y amordazar al experimentador-torturador,
construir un mundo sin jaulas. Solo es cuestión de abandonar el rincón en el
que nos hemos ovillado sumidos en la desesperanza, comprender que la única
salida está tras las rejas y descorrer el cerrojo.
Hace veinte años que escuché esta
lección de psicología básica por primera vez. Y casi la había olvidado... Con
lo importante que era.
Sofía Balmont
"“Pero lo más extraordinario ocurrirá cuando ya no se requiera de control policial sino que cada ciudadano sea alguien decidido que cuide a los demás de las mentiras que pudiera tratar de inculcar algún terrorista ideológico. Esos defensores tendrán tanta responsabilidad social que acudirán presurosos a los medios de comunicación en los que encontrarán inmediata acogida para alertar a la población; escribirán brillantes estudios que serán publicados inmediatamente y organizarán foros en los que formadores de opinión de gran cultura esclarecerán a algún desprevenido que todavía pudiera quedar a merced de las fuerzas oscuras del dirigismo económico, del autoritarismo, la antidemocracia y el fanatismo religioso." de: Un cuento para aspirantes a ejecutivos. http://siloteca.org/un-cuento-para-aspirantes-a-ejecutivos/
ResponderEliminar