jueves, 19 de abril de 2012

De EL ATHANOR DE ARBATEL (Juan Sánchez Gallego)

EL CONDE SAINT GERMAIN
“Como Prometeo, él desveló el fuego.
Por quien el Mundo existe y por quien todo respira.
La Naturaleza a su voz obedece y se calla.
Si no es un dios mismo, un poderoso dios le inspira”

Algo paradójico en cuanto a este epitafio es que la leyenda del personaje, del que también hablamos por primera vez y que tan conocido es de todos aquellos estudiantes de esoterismo por una u otra razón, es ya de por sí bastante enigmático como para haber dado pie para crear organizaciones más o menos esotéricas o más bien pseudo-esotéricas. La realidad en cuanto a éste personaje es que es, o fue, uno de los muchos que, bien como adepto o como enviado, laboró en el mundo físico y material en beneficio de la humanidad, ya lo hiciera con una u otra máscara y en diferentes épocas, de cuya leyenda, verdadera o ficticia, pudo tomar buena nota el irlandés Oscar Wilde para escribir su novela “El Retrato de Dorian Grey”, aunque con el tema de fondo diferente al Conde  y ahondando en el mito de Fausto.

Leyendas hay que se han atrevido a compararlo con una nueva encarnación de Jesús de Nazaret, el Maestro de maestros.

Sí es verdad, que de creer todo lo escrito sobre él, podemos llegar a la conclusión de que dominaba el tiempo y el espacio, poniéndonos en el camino de hacernos muchas reflexiones e investigar dejando de lado todos los prejuicios que la sociedad y la ciencia nos han imbuido durante tantos siglos, para, desestimarlos o admitirlos conforme los analicemos y vayamos en ascenso hacia la sabiduría por medio del conocimiento.

Principe Rakoczy de Transilvania o Conde de Saint Germain, datan su vida en 74 años (¿1710-1784?) diciéndose también que era hijo del rey Ferenz II, así como de la familia Rakosy, (cuyo castillo hemos tenido la suerte de visitar) y que está al noroeste de Hungría, en un pueblo que perteneció a la antigua Transilvania, casi en la frontera con Rusia. Se entra a él después de atravesar un gran patio rectangular. Las dependencias tienen unos techos artesonados y unos suelos de mármol maravillosos, así como los muebles que decoran las dependencias.  No son tan atrayentes los sótanos, en los que se han conservado los elementos de tortura y donde aún pueden captarse las vibraciones negativas de todos aquellos que fueron torturados allí.

Del Conde de Saint Germain se ha escrito mucho, e incluso se han creado escuelas con su nombre con la pretensión de que es él quien la dirige, que a poco que se esté interesado en los temas aquí tratados, nuestros lectores tienen, verdadero o no, un amplio conocimiento del personaje, máxime hoy con internet. Lo que si aseguramos, o mejor, creemos, es que si aún está en nuestro mundo para llevar a cabo alguna misión, no saldrá en TV anunciándose como tal. Los Maestros, Invisibles o Ascendidos y los Avatares, sólo en contadas ocasiones lo hacen.

Al parecer, la historia que se conoce de este personaje y escrita como verdadera en lo esotérico, es muy controvertida, aun cuando le admite como un ente sin tiempo, nacido el 26 de Mayo de 1696, hijo del rey de Transilvania Ferenz II Rakoczy y la princesa Carlota  (otros dicen de su primera esposa Teleky) en el astillo de los Montes Cárpatos. ¿En cuál de sus castillos?

Dado que sobre el Conde de Saint Germain existen infinidad de libros, ingentes escritos en internet y que incluso en el año 75 del pasado siglo XX, en un programa de la TV, apareció un tal Richard Chanfray arrogándose ser el Conde de Saint Germain. El final (¿?) de éste Conde, también fue algo misterioso, pero por otras causas no esotéricas.

Para terminar, solo apuntamos que en ciertas escuelas esotéricas modernas, se le atribuye haber sido desde Akhenaton, pasando por Buda, algunos de los filósofos clásicos griegos, Roger Bacon, Leonardo da Vinci, Francis Bacon, el Maestro El Morya, Toth el Atlante, Hermes Trimegisto y hasta el mismísimo Jesús de Nazareth.

                              Arbatel (Juan Sánchez Gallego)

Copia literal del boletín “EL ATHANOS DE ARBATEL”, del volumen 2, número 3, de Diciembre de 2010.

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