viernes, 1 de junio de 2012

Tavo Jiménez de Armas. OPERACION CABALLO DE TROYA

OPERACIÓN CABALLO DE TROYA

Algunos episodios narrados por John Keel en Operation Trojan Horse (1970) que he traducido por considerarlos muy clarificadores sobre la naturaleza del fenómeno alienígena. Recomiendo, no obstante, la lectura del material archivado al respecto en Indice Temático.

(Páginas 255-259)
‘En 1966 recibí llamadas telefónicas de misteriosos extraños, día y noche, con bizarros mensajes de gente del espacio (…) Tuve encuentros con Cadillacs negros en Long Island (Nueva York), y cuando traté de perseguirlos desaparecían de manera imposible en carreteras cortadas.
A través de 1967 fui llamado en medio de la noche para socorrer a contactados en problemas. Ovnis luminosos parecían seguirme; los objetos parecían saber hacia dónde me dirigía y dónde había estado. Elegía un motel al azar y resultaba que previamente alguien había ya hecho una reserva por mí; incluso dejaban ilógicos mensajes telefónicos en recepción para mí. Mi vida estaba llena de imposibles coincidencias, y algunos de mis amigos más cercanos en Nueva York, con los cuales no conversaba sobre estos asuntos, comenzaron a advertir en sus vidas extraños fenómenos, como poltergeists en sus apartamentos, o apestoso ácido sulfhídrico que los atontaba. Una muchacha amiga mía sufrió un inexplicable desvanecimiento por espacio de dos horas, mientras estaba sentada secándose el cabello en su apartamento.
Más de una vez me desperté de madrugada sin capacidad de mover mi cuerpo, con la presencia de una enorme figura oscura frente a mi cama. Por un instante llegué a dudar de mi salud mental. Diariamente tomé profundas notas de lo que ocurría, que más parecían relatos de terror. Antes de que todo esto me ocurriera, yo era el típico escéptico duro que se burlaba de las cosas ocultas y hacía mofa de los contactados (…) pero rápidamente cambié mi punto de vista cuando surgieron estas experiencias. Viajando por unos veinte estados para obtener de primera mano información sobre innumerables casos ovni, me asombré de conocer tanta cantidad de contactados anónimos. Y mientras las descripciones de los ovnis eran variadas, era obvio que todos ellos estaban en el mismo estado psicológico. A través de esos contactados cuyas historias no han sido nunca publicadas, entré en comunicación directa con las entidades con las que habían establecido contacto; cuando un ovni aterrizaba, por ejemplo, en una aislada granja, el granjero o granjera me llamaba por teléfono inmediatamente y yo conversaba con la entidad, a veces por horas. Sé que suena ridículo, pero así ocurría. Mis anotaciones, grabaciones, y otros materiales de mi trabajo, están ahí como pruebas. Desarrollé un elaborado sistema que me permitiera detectar los fraudes. Innumerables personas en muchos estados vinieron a convertirse en mi secreta cadena de comunicación con esos misteriosos otros mundos. Gasté meses enteros buscando inexistentes bases extraterrestres, tratando de encontrar formas de proteger a los testigos de ovnis de los hombres de negro; poltergeists se manifestaban allá a donde yo iba. Resulta difícil discernir si esos fenómenos eran producidos por mí o si, acaso, eran completamente independientes. Ahora, con el paso del tiempo, puedo ver lo que en realidad sucedía: el fenómeno de la inteligencia sobrehumana me estaba introduciendo lentamente en todos aquellos aspectos del mismo que nunca antes había tenido en consideración. Estaba siendo, paso a paso, empujado desde el escepticismo hacia la creencia, y de la creencia hacia la incredulidad. Cuando mi pensamiento no me permitía advertir los conceptos adecuadamente, el fenómeno me iba conduciendo por la vía correcta. Fue, sin duda, un proceso didáctico, con maestros muy pacientes. Otras personas envueltas en estas situaciones no tuvieron la misma suerte, pues sacaron conclusiones precipitadas.
En mayo de 1967, las entidades prometieron a los contactados que un gran fallo de energía se daría pronto. El 4 junio de ese año estalló la guerra árabe-israelí de los Seis Día. Al amanecer del día siguiente ocurrió en EEUU una masiva caída de energía que dejó sin electricidad a cuatro estados del noreste. A través de ese mes los contactados fueron avisados de que una caída de energía aún mayor estaba a poco de suceder. Se les anunció que sería a nivel nacional, durante –al menos- tres días, acompañado de temporales naturales. Los contactados no anunciaron nada, pero los rumores eran crecientes. A mediados de junio las ventas de velas y linternas fueron enormes. A finales de ese mayo pasado, las entidades habían anunciado que el Papa Pablo VI visitaría Turquía en los siguientes meses, siendo asesinado violentamente, como anticipo del apagón anunciado y otros desastres. Semanas más tarde, el Vaticano anunció sorpresivamente que el Papa estaba, en verdad, planeando visitar Turquía en julio. Todo esto despertó el pánico en los círculos contactistas.
Por mi parte, yo estaba asombrado cuando descubrí que esos mismos rumores corrían por la comunidad hippie de Nueva York. La gente comenzó a telefonearme a finales de junio para saber dónde iba a estar yo el dos de julio. Yo no iba a variar mis planes, y no iría a ninguna parte. Me negué a irme de Nueva York como precaución, como otros harían, pues no creí que Manhattan fuese a hundirse.
Otras predicciones que recibí ese mes comenzaron a hacerse realidad. Se había anunciado que se estrellarían aviones; un avión chocó con una avioneta en North Carolina, matando entre ellos al Secretario de la Marina de EEUU. Y el próximo día, 20 de julio, un accidente idéntico ocurrió en Brasil, matando a otros políticos brasileños. Fue entonces que me puse nervioso.
Lo que más me asombró de esas predicciones era que provenían de fuentes variadas. Mediums y canalizadores de escritura automática en contacto con espíritus terrestres coincidían con los contactados de aliens. A menudo, las profecías eran casi idénticas aunque provenían de diferentes partes del país. Incluso cuando no se realizaban, ahí estaba ese curioso factor de la coincidencia.
Tan convencido estuve de los indicios que, finalmente, preparé el equipaje, alquilé un coche y me marché a Long Island a esperar el asesinato del Papa y el apagón de electricidad. Justo cuando me disponía a abandonar Manhattan (Nueva York), paré en una cafetería a comprar una botella de agua, pues me imaginé que, de producirse el apagón de tres días, habría cortes de suministro de agua. Volví al coche y fui de camino a Long Island, pasando a ver a uno de esos anónimos contactados, quien me dijo que poco antes había recibido una breve visita de una entidad alien. El extraterrestre le había hablado de mí, dándole un mensaje para que me lo comunicara. El mensaje era el siguiente: Dile a John que nosotros nos encontraremos con él y le ayudaremos a beber toda esa agua. La botella de agua la había dejado en el coche, por lo que el contactado era imposible que supiera de ella.
Finalmente, el Papa no fue asesinado, pero vi muchos ovnis. Parecía que me siguieran como de costumbre…
A finales de octubre tuve una llamada telefónica de alguien que afirmaba ser un alien. Ese ente me advirtió que muy pronto habría un desastre gigantesco en el Río Ohio, con muchas víctimas. También me dijo que todo sucedería cuando el presidente Lyndon B. Johnson encendiera las luces del árbol de navidad de la Casa Blanca, en diciembre. Me dijo que el apagón eléctrico sucedería tan pronto como el presidente encendiera las luces del árbol navideño.
La advertencia sobre el desastre del Río Ohio me alarmó lo suficiente como para no quedarme callado, por lo que el 3 de noviembre escribí a la señora Mary Hyre, una periodista de Point Pleasant, West Virginia, y la avisé de que era muy posible que alguna calamidad pudiera suceder en las próximas semanas. La señora Hyre aún conserva esa carta mía.
Sobre Acción de Gracias (noviembre) fui a Point Pleasant por unos días y descubrí que un número de personas, las cuales no conocían mi profecía, habían tenido horribles sueños de un desastre relacionado con un río. La señora Virgina Thomas, la cual vivía cerca de un estancamiento de TNT (explosivos) abandonado desde la Segunda Guerra Mundial, fue una de las personas que me contó detalles de su pesadilla, en la que veía a gente cayendo al río. La señora Hyre, la periodista, me dijo que también ella había tenido sueños muy preocupantes, en los que veía a gente que rogaba ser salvada de las aguas oscuras del río Ohio, rodeada de regalos que brillaban flotando.
Como era habitual, me instalé en un motel a lo largo del río, cerca de Point Pleasant, y cada día conducía cruzando el Puente de Plata para llegar al pueblo. Luego cogí un vuelo hacia Washington, y recordé las predicciones que se habían hecho para el mes de julio (ya estábamos en diciembre), y las analicé. Habían ocurrido accidentes de aviación, y un terremoto en Turquía justo antes de que el Papa volara hacia allí. Se me había anunciado también que los indios Hopi y los Navajo serían portada a las puertas de navidad. Y así ocurrió en diciembre.
La mañana del 11 de diciembre me desperté con una llamada telefónica de un misterioso hombre que me informó que habría un accidente de avión en Tucson, Arizona. Al día siguiente ocurrió.
El 15 de diciembre, como es costumbre, el presidente enciende el tradicional árbol navideño en la Casa Blanca. Como yo esperaba si se cumplía o no la predicción, avisé a algunos amigos y me reuní con ellos en mi apartamento de Nueva York. Allí estaban, entre otros, Dan Drasin (Tavo: aparecería con Keel en un documental de 2002 sobre el hombre polilla), el productor de cine y televisión, y otro amigo que es policía. Estábamos muy nerviosos viendo la ceremonia presidencial por televisión. El presidente Johnson apretó el interruptor del árbol y éste se encendió en medio de la alegría general. Todo salía como era normal, pero 30 segundos después del encendido hubo un avance de noticias inesperado: Un puente sobre el Río Ohio acaba de caerse. Estaba lleno de coches en hora punta. El Puente de Plata se había hundido, y los regalos brillaban flotando en el agua.
Una horas más tarde del colapso del puente, en el otro lado del mundo, el Primer Ministro de Australia se decidió a darse un baño en su playa favorita. Desapareció. Su cuerpo nunca apareció. Los espíritus lo habían anunciado.

(Página 262)
Misteriosos hombres aparecían y advertía, incluso amenazaban, a los testigos para que callaran. Algunos de esos misteriosos hombres vestían uniformes de las Fuerzas Aéreas. (…) He investigado muchos de esos casos y descubrí rápidamente, para mi sorpresa, cual era la apariencia de esos oficiales de las Fuerzas Aéreas. Eran delgados, con la piel color aceituna, ojos orientales y mejillas prominentes. Algunos testigos dicen que parecen italianos, otros dicen que indios. Conté esto al Pentágono y encontré que había más casos y que la Inteligencia Militar y el FBI estaban envueltos en casos de estos. A comienzos de 1967 publiqué esta información, de Tres hombres de negro que han visitado sistemáticamente –en Cadillacs oscuros- los hogares de testigos para que guardaran silencio. En la mayoría de esos casos esos hombres de negro han sido descritos como menudos, orientales de piel oscura. Por muchos años los seguidores del culto ovni han creído que esos hombres de negro eran de la CIA o las Fuerzas Aéreas, del mismo modo que creían que el gobierno pinchaba sus teléfonos y leían sus correos.

(Página 281)
En la otra mano, supongamos que ese otro mundo, puede que de otro planeta o de otra expresión de frecuencias energéticas, ha diseñado este mundo. (…) Mientras esos entes están haciendo los preparativos para su invasión, sería necesario para ellos entretenernos, tal como nosotros hicimos con Hitler, haciéndole creer que la invasión de Europa sería lejos de Normandía. Sería, entonces, lógico para ellos que pusieran en funcionamiento un plan de guerra psicológica con el fin de mantenernos confusos e, incluso, convencidos de que sus naves no existen. Los miles de personas que realmente tienen un verdadero interés en investigar los ovnis podrían ser entretenidos con contactos que les hagan creer que los ovnis son naves de buena gente del espacio, hermanos mayores de buen corazón.
El General Douglas MacArthur, un hombre que ha tenido mucha información secreta, repetidas veces hizo declaraciones públicas sobre que la siguiente guerra sería entre humanos que combatían contra malvadas fuerzas de otro mundo.
Siendo como fui, entrenado en guerra psicológica durante mi período de escritor de propaganda para el Ejército de los EEUU, soy particularmente consciente de que (la guerra psicológica) es un arma de doble filo, y soy particularmente consciente de los fraudes que se realizan, así como de la manipulación aparentemente diseñada para fomentar tanto la creencia en ovnis como el descrédito.
He tratado de ver objetivamente a través de mis investigaciones, y en este libro. Francamente, he pasado por períodos en los cuales he estado absolutamente convencido de que esos caballos de Troya (aliens entre humanos) estaba, en realidad, siguiendo un cuidadoso plan diseñado para, en última instancia, conquistar al ser humano desde dentro.

(Página 286)
Esto no es un asunto para adolescentes o creyentes. Demanda comprensión y prudencia, investigación independiente, profesionalidad libre de las maquinaciones de agencias gubernamentales y de los cultos platillistas. (…) Nuestros cielos están llenos de caballos de Troya, y siempre lo han estado. Ellos están operando sobre una secuencia de tiempo, extendiendo deliberadamente confusión y sin sentido. Los creyentes han estado llorando para que tiremos las puertas de la ciudad y metamos el caballo de Troya dentro. (…) La Biblia nos advierte de que en los días finales este planeta será testigo de maravillas en los cielos, falsos profetas y creadores de milagros.

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